Ha sido lo que se ha dicho insistentemente sobre las primarias de South Carolina, que Barack Obama acaba de ganar. Es comprensible, dado que en este estado los votantes afroamericanos representan el 50% del electorado -mientras nacionalmente representan cerca del 12%. Con el tema de la raza emergiendo -cortesía de la campaña de Hillary Clinton, como coinciden los analistas-, ese era un factor a seguir de cerca en esta primaria.
¿Qué ganaba la campaña de Clinton con "racializar" estas primarias? Encapsular el triunfo de Obama: "le va bien con los afroamericanos, pero nacionalmente eso es insignificante". Y detenerlo ahí, antes del SuperMartes. Era importante porque Obama no había tocado el tema de la raza, al menos evidentemente, hasta que se vio enfrascado en esta discusión con los Clinton sobre el legado de Martin Luther King y de pronto estaba hablando de raza, bailando al ritmo del discurso de su competencia. Una de las fortalezas del discurso de Obama siempre ha sido la unidad, la capacidad de convocar gente de todas razas, posiciones políticas y ambos géneros para un objetivo común. Obligarlo a ser simplemente "el candidato negro" era una estrategia brillante.
Por eso la composición del voto en South Carolina era tan importante. Y lo que dicen esos números (según las encuestas a la salida de urna) favorece a Obama: un 25% de los blancos votaron por él. Como dice el Trailhead de Slate, eso es mucho mejor que lo que las encuestas proyectaban. Eso permite, escriben en Slate, que esta pueda ser descrita como una victoria arrasadora; no una victoria arrasadora entre la comunidad negra.
Es de suponer que el discurso de Obama enfatizará eso y subrayará el tema de la unidad: ahora tiene que enfrentar un SuperMartes bastante más diverso y desafiante.
(PD: El acierto fotográfico es del New York Times)
No hay comentarios:
Publicar un comentario