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sábado, 26 de abril de 2008

La importancia de Indiana


El próximo 6 de mayo será otro "SuperMartes". Votarán North Carolina e Indiana, pero es este segundo estado el que podría darle un cierre a todo: considerando que en North Carolina Barack Obama mantiene un amplio liderazgo en las encuestas (superior a 15 puntos, en promedio), todo el suspenso estará puesto en Indiana

Y ahí sí que hay suspenso. Barack Obama y Hillary Clinton están técnicamente empatados en las encuestas, como pueden ver en la foto de arriba con el resumen de los promedios de Real Clear Politics, que tiene a Obama con una ventaja de 3 puntos. Otras encuestas -citadas por CNN- dan a ambos candidatos en un empate, cada uno con 45 puntos porcentuales y con un 10 por ciento de indecisos. 

¿Y cómo es Indiana? De partida, es un estado con sitios como Kokomo (sí, como la canción de la película "Cocktail"), un lugar donde el famoso "cambio" no es precisamente un hit en el electorado, como cuenta esta nota del New York Times. "¿A qué se supone que nos vamos a cambiar?", se pregunta un ciudadano consultado. En general, la zona norte -más cercana a la influencia de Chicago, en Illinois- es vista como territorio proclive a Obama. También la muy urbana Indianapolis. El sur, sin embargo, es territorio más del tipo Hillary, en una división demográfica que ya parece un patrón invariable en estas primarias. 

La gran importancia de Indiana -una a la que sus habitantes no estaban acostumbrados, ya que normalmente las primarias llegaban cuando estaba todo cocinado- radica en un asunto muy simple: 

Si gana Barack Obama su triunfo será visto como el fin de la racha de Hillary y sería EL momento para que todo el peso de quienes quieren terminar el proceso de una vez por todas aumenten la presión sobre Clinton, sobre sus donantes y, más importante, sobre los cerca de 300 superdelegados que aún no han decidido su voto. Serían dos semanas que Obama tendría que aprovechar muy bien, dado que el 13 de mayo vota West Virginia, donde Hillary Clinton tiene una amplia ventaja en las encuestas, y el 20 de mayo votan Kentucky -otro estado donde Hillary es la favorita- y Oregon -donde Obama debería ganar con comodidad. 

Si gana Hillary Clinton su aura de renacida de las cenizas y candidata fuerte, invencible, que no se da por vencido, crecería hasta rozar el mito. Y dado que su pelea es por convencer a los superdelegados que no elijan a quien termine con más delegados, sino a quien sea más fuerte para enfrentar a John McCain en noviembre, el triunfo en Indiana sería un muy poderoso argumento.  

Esa posibilidad -de que los líderes del partido no elijan a quien gane en votos- parecía prácticamente imposible, sobre todo por declaraciones de líderes tan importantes como Nancy Pelosi, la líder de la Cámara de Representantes del Congreso. Pero ayer Howard Dean, presidente de la Convención Nacional Demócrata, le dio a la campaña de Clinton una buena razón para mostrar los dientes, esta vez sonriendo. En una entrevista al Financial Times, dijo: "Creo que la carrera se va a reducir a la percepción en las últimas seis u ocho carreras sobre quién será el mejor oponente contra John McCain. No creo que en el largo plazo se resuelva con el voto popular ni algo más". 

Justo a continuación, sin embargo, Dean agregó que era "altamente improbable" que los superdelegados contradijeran al voto popular. "Nunca ha sucedido. Pero es posible y tienen el derecho a hacerlo", dijo Howard Dean, quien además dijo estar seguro de que la carrera no pasaba de junio. "Uno de los dos se va a retirar después de las últimas primarias", apostó. 
 

jueves, 3 de abril de 2008

La persistencia de Hillary y la preocupación Demócrata


Hillary se comparó con Rocky porque no se da por vencida. (Gracias,blog 23/6,por el montaje fotográfico y por su título: "¿Acaso Hillary cree que Obama se parece a Apollo Creed?

Chistes aparte, la prolongación de la batalla en el partido Demócrata tiene a buena parte de sus militantes y simpatizantes preocupados del daño que podría significar para sus opciones en la elección presidencial de noviembre. Una carrera que debería ser fácil dada la baja popularidad del presidente Bush, ahora amenaza con complicarse entre la fortaleza de John McCain con el electorado independiente y la que algunos califican como autodestructiva lucha interna Demócrata.

De ahí la agitación al interior del partido, donde algunos ven con preocupación que el presidente de la Convención Nacional Demócrata, Howard Dean, no está haciendo lo suficiente para terminar con el show de una buena vez o por lo menos para establecer un "plan de salida" que les permita concentrarse en la campaña contra McCain (Dean les pidió a los superdelegados que dejaran las cosas resueltas para el 1 de julio, aun cuando Hillary Clinton ha repetido que seguirá luchando hasta la mismísima convención, a fines de agosto). De ahí las presiones hacia Hillary Clinton para que desista ante la verdad de las cifras.

(Algunos, como Katharine Seelye en esta nota del New York Times, plantean que la persistencia de Clinton puede ayudar al candidato Demócrata -dígase Obama- a la larga. En la misma nota, Seelye destaca que Hillary puede beneficiarse de estas presiones si logra repetir un escenario como el de New Hampshire: "todos están contra mí, yo les mostraré que soy fuerte y puedo volver en gloria y majestad". En el blog de The New Republic, Noam Scheiber disputa la noción de que una lucha extendida pueda ser beneficiosa. Podría no ser dañina, pero beneficiosa en ningún caso, plantea).

De ahí también que cada apoyo público de un superdelegado a Barack Obama sea leído como un intento por apurar la resolución de las cosas. Esta semana, el muy prestigioso congresista Lee Hamilton le dio su apoyo, particularmente importante por las credenciales en política internacional de Hamilton, quien fue vicepresidente del Grupo de Estudio de Irak (la comisión Baker-Hamilton). Como nos recuerda, otra vez, Noam Scheiber de TNR, aun cuando los principales asesores de Hamilton ya estaban trabajando para Obama, él mismo había dicho que no iba a apoyar a ningún candidato en las primarias. Claramente cambió de opinión. (Un detalle: Hamilton es representante de Indiana, estado que vota el 6 de mayo).

Otro que cambió su opinión, de una manera que al parecer fue bastante "dolorosa" para los Clinton, fue Bill Richardson, el gobernador de New Mexico, ex candidato presidencial, ex miembro del gabinete de Bill Clinton y ahora importante superdelegado Demócrata. Según se quejó enérgicamente Bill Clinton ante un grupo de superdelegados, Richardson le dijo cinco veces en su cara que no apoyaría a Obama. Richardson dijo ayer que eso nunca pasó: "nunca vi cinco veces a Bill Clinton, sólo lo vi cuando nos juntamos a ver el SuperBowl".

En todo este round Clinton-Richardson, hay un recuento que podría ser revelador de la opinión o de la estrategia (según qué tan mal pensado pueda ser uno) de los Clinton. Según informa el jefe de la oficina de Washington de ABC News, George Stephanopoulos -un hombre, por decir lo menos, con muy buenas fuentes, dado que trabajó para Bill Clinton como asesor en la campaña del 92 y luego como director de comunicaciones de su gobierno-, el ex presidente fue bastante enfático en una reunión antes de que Richardson decidiera apoyar a Obama. Directamente le dijo a Bill Richardson que Obama no ganaría en la elección general. "No puede ganar, Bill. No puede ganar".

¿Es una amenaza de "los Clinton o nada" o una legítima preocupación por las opciones Demócratas frente a John McCain?