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miércoles, 12 de marzo de 2008

Obama gana las primarias de Mississippi


Tal como estaba previsto, Barack Obama ganó por un amplio margen las primarias del estado de Mississippi. Y tal como estaba previsto, el voto estuvo marcado por las líneas raciales: según las encuestas a boca de urna, el 91 % de la población negra votó por Obama (y un 9% por Hillary Clinton). La población blanca, en cambio, votó en un 72 % por la senadora Clinton, mientras que un 21 % votó por Obama. Sin embargo, al preguntarles a los votantes de Mississippi si la raza era un factor relevante en su decisión, sólo un 30 % contestó que si lo era. Y un 60 % de quienes dieron esa respuesta votaron por Obama. 

Obama ganó con un 60 por ciento de los votos, versus un 38 por ciento de Clinton. 

Ahora vienen seis semanas de campaña en Pennsylvania, estado que vota el 22 de abril y donde Hillary Clinton mantiene una cómoda ventaja en las encuestas. Obama tratará de estrechar la diferencia: aun cuando pierda, necesita no sólo mantenerse primero en la cantidad de delegados (algo con lo que puede contar), sino también en la cantidad de votos. Y en estados grandes como Pennsylvania ese conteo puede cambiar la posición relativa en ese ítem. Como las cosas están tan apretadas entre los Demócratas, Obama no puede darse el lujo de descuidar esa columna: puede ser un elemento para definir la nominación . 

martes, 11 de marzo de 2008

El estado de las cosas, antes de Mississippi


Así están las cosas en la carrera Demócrata (basándonos en el conteo de NBC). Barack Obama tiene 1.374 delegados. Hillary Clinton tiene 1.232 delegados. Es decir, Obama tiene 142 delegados más. (Para lograr la nominación necesitan 2.025).  Si vamos a un detalle: en cuanto a superdelegados, Obama tiene 215. Hillary Clinton, 254. Y aquí un dato importante: desde el SuperMartes del 5 de febrero, Obama ha sumado 45 superdelegados a sus filas. Clinton ha perdido a seis (que han juzgado que tienen que ir a donde va la preferencia de la gente. 

Más datos que le robo a NBC: En número de votos, Obama ha sumado hasta el momento 13.149.462, es decir, un 49% de las preferencias. Clinton tiene 12.550.508, que son un 47%. Es lo que se llama una "carrera ajustada". 

Es el terreno de partida para lo que viene, que pasa por dos líneas de discusión: Primero, la manera en que se decidirá el nominado Demócrata. Considerando que ninguno de los dos candidatos va a llegar a los 2.025 delegados, está claro que tiene que haber una negociación, un arreglo. ¿El que tenga más delegados? Ese tendría que ser Barack Obama. ¿El que tenga más votos? Esa podría terminar siendo Hillary Clinton, dada su ventaja en los estados más populares, y la ventaja que hasta el momento muestra en las encuestas de Pennsylvania, que vota el 22 de abril. ¿El que elijan los superdelegados? Bueno, ahí hay otra discusión: la campaña de Obama plantea que estos líderes partidarios (cerca de 800) deben votar por el candidato que tenga mayor cantidad de delegados elegidos, haciendo caso a la voluntad popular.  La campaña de Clinton dice que estos superdelegados tienen la misión de inclinar la balanza por el candidato que decidan que es más fuerte para las elecciones de noviembre. Y con la campaña del terror orquestada por la campaña de Hillary Clinton advirtiendo que si el mundo está en crisis Obama no estará a la altura de ser "comandante en jefe", eso de ser "más fuerte" esperan que sea un atributo de su candidata. 

Segunda discusión a la orden, de qué manera representar a los populosos estados de Michigan y Florida en el conteo. Ambos estados fueron castigados por el partido Demócrata por adelantar sus primarias sin permiso de la organización. Pero votaron igual. Y en ambos ganó Hillary Clinton, lo que era de esperarse considerando que, obedeciendo a la Convención Nacional Demócrata, Obama no se presentó en Michigan (su nombre no estaba en el voto) y no hizo ningún tipo de campaña en Florida. Con este nivel de disputa, esos estados pueden marcar la diferencia, y la campaña de Hillary Clinton lo sabe. Y están peleando porque ese voto sea considerado. Las alternativas que se han planteado son: repetir las primarias -que es muy caro-, hacer primarias con voto por correo -que es menos caro, pero menos confiable también-, dividir los delegados en partes iguales (lo que sería un triunfo gratis para la campaña de Obama, lo que no va a suceder) o dejar a los delegados que fueron elegidos (lo que sería un triunfo para Clinton, que corrió sola. Eso tampoco va a suceder). 

En medio, la muñeca de una campaña experimentada: Hillary Clinton primero y Bill Clinton después, mencionaron la posibilidad de que Barack Obama pueda ser el candidato a vicepresidente si Clinton es la nominada. "Sería una fórmula invencible", dijo el entusiasta Bill. Brillante movida: dar la sensación de que van a ganar inevitablemente, que son suficientemente abiertos y conciliadores como para ofrecer el puesto de vicepresidente a Obama y además cortejar a los partidarios del senador: voten por Hillary y llévese dos buenos candidatos por el precio de uno.

Obama y su candidatura han apuntado a un "pequeño" detalle: No sólo van ganando, sino que además en el caso de que terminen perdiendo no hay por qué asumir que aceptaría el puesto. "Con todo respeto; he ganado el doble de estados, he ganado más votos y he ganado más delegados", dijo Obama hoy lunes. No sé cómo alguien que está en segundo lugar puede ofrecer el puesto de vicepresidente a alguien que va primero". Además, dijo luego, "han pasado las últimas dos o tres semanas diciendo que no estoy listo para ser comandante en jefe. No entiendo. Si no estoy listo ¿cómo es que piensan que sería un tan buen vicepresidente?"

Hoy martes se realizan las primarias en Mississippi, donde se reparten 33 delegados. El favorito es Barack Obama, que no sólo necesita ganar: además tiene que capitalizar el triunfo para empezar a acortar distancias en Pennsylvania (22 de abril), donde las encuestas favorecen por una ventaja de casi 12 puntos a Hillary Clinton. 

domingo, 17 de febrero de 2008

¿Puede el Premio Nobel lograr la Paz?


Ya estoy de regreso a mi estación de trabajo después de un viaje profesional por otras latitudes. Mis disculpas por el obligado silencio y mis agradecimientos por volver a sintonizar factor20008
El título, por supuesto (que pudo ser "Una película Gore", o "El premio Gore-do", o "El pacificador"), se refiere a Al Gore, el supra-Demócrata, ganador del Premio Nobel de la Paz por denunciar con fuerza el calentamiento global y quien ahora tiene otro problema entre manos con un calentamiento progresivo: la carrera Demócrata por la nominación del partido. 
Como se habrán enterado, en esta semana pasaron cosas importantes en las primarias de ese partido, que podemos resumir en una frase: Barack Obama lo ganó todo. Como resultado, ahora Obama lidera la carrera Demócrata, aunque por un margen estrecho. Y si antes se hablaba mucho de los delegados, ahora toda la atención -y la tensión- está puesta sobre los superdelegados, que son los delegados que pertenecen a la estructura del partido, una especie de consejo de ancianos que admite también entre sus filas a gente post-púber con un currículum de "insider" del partido (el otro día en CNN Anderson Cooper entrevistó a un superdelegado de ¡21 años!).  
En corto, se supone que en una situación tan estrecha como esta, donde es muy posible que ninguno de los dos candidatos termine las primarias con los 2025 delegados que se requieren para asegurar la nominación (y por lo tanto convertir la convención Demócrata de agosto en una lluvia de globitos azules y rojos sobre el o la nominado-a), los superdelegados, como representantes del partido -y que ya están contando en la suma de uno y otro candidato- deben desequilibrar la balanza. ¿Cómo lo deben hacer? Ja. Esa es la pregunta que tiene a las campañas peleando. Si le preguntan a la campaña de Hillary Clinton, los superdelegados deben votar por el o la candidata para la cual fueron elegidos -aun cuando ellos son por definición libres de votar por quien quieran. Claro, Clinton lidera cómodamente el conteo de superdelegados en sus filas. (Aunque uno muy prominente, el representante John Lewis,  ya anunció que votaría por Obama). 
Si le preguntan a la campaña de Barack Obama, los superdelegados no pueden distorsionar -o sea, producir un resultado distinto- que lo expresado en el voto popular, representado en la cantidad de delegados-a-secas elegidos proporcionalmente. Claro, Obama lidera cómodamente el conteo de delegados "rasos". 
Entre medio, a los superdelegados -que son cerca de 800- los llaman varias veces, todos los días, para pedirles que se plieguen a una u otra campaña. Y ellos, en vista del bastante probable escenario de que las primarias terminen sin haber elegido un candidato, ya están tratando de ponerse de acuerdo. 
Y ahí es donde entra en escena... ¡Chachán! Gore, Al Gore. El hombre Nobel es un superdelegado, por supuesto, y dado que el que solía ser el Demócrata líder espiritual, Bill Clinton, está convertido en un guerrillero de batalla peleando por la opción presidencial de su dulce esposa, Gore, Al Gore, tiene que hacerse cargo. Y ahí está, tratando de conciliar a las partes, conversando mucho y felicitándose de no haber apoyado públicamente a ninguno de los candidatos. La preocupación principal, por supuesto, es evitar que la guerra se torne tan sucia -o simplemente tan peleada- que ponga en peligro la opción Demócrata para ganar las elecciones generales en noviembre, sobre todo ahora que los Republicanos ya tienen clara -aunque no oficialmente- su carta. 
Este martes la carrera sigue en Wisconsin, estado para el que el favorito es Barack Obama, aunque su margen de ventaja en las encuestas es estrecho: apenas cuatro puntos en promedio. De todas formas ya está escrito el libreto: Hillary Clinton está jugando a que no le importa mucho Wisconsin, de manera que perdiendo por poco o ganando -que también es posible- puede hablar de un excelente resultado (tratando de parar el "momentum" de Obama, que viene en racha) en vistas de los estados que realmente le importan: Texas y Ohio, que votan el 4 de marzo y donde la senadora tiene una amplia, muy amplia ventaja. 

lunes, 14 de enero de 2008

Por qué Michigan y Florida no existen para los Demócratas




Una de las particularidades de las primarias Demócratas son los estados que no existen. O sea, estados que realizarán primarias, pero que no tendrán validez alguna para el conteo de la Convención Nacional Demócrata. Son estados castigados por el pecado de haber adelantado demasiado sus votaciones sin contar con la autorización de la convención. Son Michigan y Florida. El primero vota mañana martes 15, el segundo, el 29 de enero. En ellos los Demócratas irán a votar, pero a los delegados que elijan no los van a invitar a la convención que eligirá al nominado. De hecho, la única candidata "grande" que estará en el voto de Michigan mañana será Hillary Clinton. Ni Obama ni Edwards se inscribieron y ninguno ha gastado dólares en hacer campaña en esos estados invisibles.

Sin embargo, tanto Edwards como Obama han estado llamando a los electores de esos estados a votar "uncommitted", o sea sin compromiso con ningún candidato de los listados en el voto. Con una pelea tan cerrada, quién sabe si el simbolismo de la elección de mentira le rinda frutos a la senadora Clinton.

Así, Michigan y Florida, dos estados que podrían ser clave para los Republicanos en carrera, al otro lado del pasillo no significa nada. Casi.

domingo, 13 de enero de 2008

Cómo llegan los Republicanos a Michigan


Los
Republicanos están viviendo las primarias más disputadas que hayan visto. No hay un claro favorito y cómo se defina esta carrera dependerá de lo que pase estado a estado. Una nota acá sobre los sistemas en las primarias. Al votar, ambos partidos eligen delegados, que en la convención nacional del partido deberán elegir al candidato. Esos delegados son mandatados con un voto determinado (por eso no hay que esperar a las convenciones para saber quiénes serán los candidatos en noviembre), pero Demócratas y Republicanos tienen diferentes maneras de repartirse a sus delegados. Mientras los Demócratas eligen proporcionalmente (el número de votos de cada candidato le da derecho a determinado número de delegados), los Republicanos tienen el sistema de "el ganador se lleva todo" ("The winner takes it all", como la canción de Abba, si me perdonan el recuerdo). O sea, si no se gana, no se gana nada (en el sistema Demócrata, en cambio, un perdedor igual suma delegados; de hecho, dado el estrecho margen de derrota, en New Hampshire Hillary Clinton y Barack Obama eligieron el mismo número de delegados). 
Eso, como nos enseña Michael Tsai, de Slate, en la siempre útil columna "The Explainer", explica que Rudy Giuliani haya corrido el riesgo de ser apenas un fantasma en estas primeras primarias -donde nunca tuvo posibilidad de salir primero- concentrándose en los estados que eligen mayor número de delegados y donde él es más fuerte, partiendo por Florida (que vota este 29 de enero). En ese sentido, las opciones de Giuliani siguen intactas. Bueno, casi, porque su pésima votación en Iowa y New Hampshire parece haber afectado su imagen de triunfador: el promedio de encuestas nacionales lo da en un distante tercer lugar de la carrera, detrás de John McCain y Mike Huckabee. Ya lo aprendimos el martes pasado: las encuestas son sólo encuestas. Aún así, el ex alcalde de Nueva York debe estar muy preocupado. Su desafío será perder por "no tanto" en Michigan este martes 15, y en South Carolina, el sábado 19. Ahora, en el muy, muy improbable caso de que no ganara Florida, adiós Rudy. 
Uno que se lo juega todo este martes en Michigan es Mitt Romney, el hombre que pretendía, a estas alturas, tener un buen número de delegados en el bolsillo y no ha ganado casi ninguno (ganó Wyoming, un estado invisible en la carrera). Tanto dinero, tanto tiempo, tanto insistir en su "experiencia ejecutiva" como gobernador de Massachusetts, no le ha reportado mayor ganancia. Romney no sólo es nativo de Michigan, sino que su padre, George Romney, fue gobernador. El problema es que eso fue hace casi 40 años. Como cuenta Jonathan Martin en The Politico, la campaña de Romney ha estado plagada imágenes del recuerdo y promesas de "no olvidarse de dónde viene". Pero el principal problema de Romney es que los votantes no se han olvidado de lo que él sí parece haberse olvidado: su "cambio de opinión" en temas tan sensibles para los Republicanos como el aborto y los impuestos (Massachusetts es un estado Demócrata y para ganar esa gobernación su discurso fue más bien liberal) parece estar pesándole en estas primarias. Tan decisivo es Michigan para Romney que está haciendo promesas como "si soy Presidente no descansaré hasta que Michigan regrese", refiriéndose al mal momento económico del estado. En las encuestas, Romney lidera por escaso margen sobre John McCain. 
Por su lado, McCain disfruta del momento. El Lázaro republicano ya estaba creciendo antes del martes, pero tras su victoria en New Hampshire su candidatura parece estar creciendo como una bola de nieve (analogía repetida, pero apropiada dado el clima en los estados donde se está votando). Ya es líder en las encuestas nacionales, y su juego es administrar el buen momento para llegar al SuperDuperMartes del 5 de febrero convertido en un tanque. Es, además, quien aparece mejor posicionado para hacer frente al nominado -o nominada- Demócrata en las elecciones generales de noviembre. Si Hillary Clinton se consolida en la vereda del frente, esas podrían ser buenas noticias para McCain: los Republicanos harían cualquier cosa para evitar el regreso de los Clinton a la Casa Blanca. Ese argumento alguna vez funcionó para Giuliani, pero ahora parece ser John McCain quien baila al ritmo de esa canción. 
Para Mike Huckabee el juego es "de atrás pica el indio". O el evangélico, si prefieren. Ya está segundo en las encuestas nacionales, y tras su triunfo en Iowa su campaña empezó a crecer porque empezó a verse como algo factible. Su problema es su poca organización y sus pocos recursos a nivel nacional. Pero si logra buenos resultados en las próximas estaciones podría mantener viva su opción en febrero. Es muy poco probable que llegue a ser finalmente el nominado, en todo caso. Algunos le ven más cara de candidato a Vice Presidente. 
Finalmente, Fred Thompson despertó. En el debate del jueves en la noche en South Carolina -organizado por Fox News- Thompson levantó la voz y buscó pelea con todos. Si antes sólo peleaba con Mitt Romney, ahora también se enganchó en polémicas con Giuliani, con McCain y con Mike Huckabee ("parece que despertó y se dio cuenta de que había una carrera", apuntó el siempre ingenioso Huckabee). Era de esperarse: para sus expectativas, los números de Thompson  -alguna vez la gran esperanza Republicana- han sido malos en las primeras estaciones de la carrera. La apuesta es la siguiente: a este ritmo, de South Carolina no pasa. 
Y ojo con otro factor de la carrera: Ron Paul, el outsider-populista de los Republicanos, ha obtenido muchísimos mejores resultados que los que se esperaban. Eso sumado a su impresionante recaudación, lo transforma en un elemento relevante. Algunos analistas especulan con una posible candidatura independiente en noviembre.