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martes, 4 de noviembre de 2008

Pennsylvania va para Obama: 103 / 34


La campaña de McCain había anticipado que debían ganar este estado para tener posibilidades reales. Fue una prioridad en su tiempo y dinero en las últimas semanas de campaña. 

Pero sus 21 votos electorales irán para Barack Obama. 

Hasta esta hora (10.43 pm) Obama suma 103 electores versus 34 de McCain. Recordemos que se necesitan 270 para ganar. 


Barack Obama se siente un poco más presidente que hace un rato.  

martes, 28 de octubre de 2008

NBC: Proyecciones felices para Obama




Chuck Todd, el jefe de política de NBC News, tiene proyecciones interesantes para la elección de la próxima semana. Su mapa electoral no está basado en encuestas, sino en una suma de informaciones desde el terreno (y por lo mucho que lo citan, tal parece que goza de credibilidad entre los demás analistas). Esta semana tiene novedades: dice que, en la búsqueda por los 270 votos electorales (la mayoría necesaria para quedarse con la presidencia) Barack Obama podría darse el lujo de perder Ohio, Pennsylvania y Florida, tres estados donde ha estado peleando intensamente en las últimas semanas (y donde tiene ciertas posibilidades de ganar). Esto porque en los estados de Colorado y Virginia (dos estados tradicionalmente Republicanos) parece tener una ventaja más sólida. Con esos dos estados llegaría a 286 en la proyección de NBC News. 

Según la última encuesta de Reuters/Zogby, Barack Obama aparece ganando seis de los ocho estados más disputados de la elección: Florida, Montana, Nevada, Carolina del Norte, Ohio y Virginia.  

Hay que recordar que la elección ya empezó: los votantes han estado acudiendo a las urnas desde la semana pasada, y la votación anticipada ha superado por mucho la de los procesos anteriores. Se cree que eso favorece a Obama, porque tiene más gente y una mejor organización en terreno, y por lo tanto mayor capacidad de movilizar a sus partidarios para asegurar su voto.  

Obama está advirtiendo a sus partidarios que no se confíen, que esta será una carrera apretada. No quiere sorpresas desagradables la próxima semana, y por eso está llamando a que voten anticipadamente. 

Hablando de Colorado, Barack Obama estuvo el domingo en Denver (una ciudad Demócrata dentro de un estado tradicionalmente Republicano) y reunió a más de 100 mil personas. McCain juntó a 4.000 personas el viernes, en el mismo lugar. Bueno, era día hábil. 

Así se vio el rally de Obama: 


martes, 6 de mayo de 2008

La gran división Demócrata




Como ha quedado claro a lo largo de estas primarias Demócratas, como quedó mucho más claro en Pennsylvania y como evidencian los últimos días de campaña enfrentando las primarias de hoy en Indiana y Carolina del Norte, en esta carrera los candidatos están recogiendo el apoyo de electorados muy distintos, aun cuando sean todos Demócratas (o independientes participando de las primarias Demócratas). La gente con menos ingresos y menos educación ha votado por Hillary, la gente con más ingresos y educación ha votado por Obama. Los mayores votan por Hillary; los jóvenes, por Obama. Más que divisiones étnicas (que las hay, con los afroamericanos alineados tras Obama y los latinos y los blancos en general votando por Hillary) o religiosas (los católicos votan por Clinton), estamos hablando de una gran división demográfica, principalmente definida por el cruce nivel económico-nivel de educación-edad.  

David Brooks lo explicó en su columna del martes pasado en el New York Times: la demografía manda. "Hoy hay una masa educada. Quienes fueron a la universidad y quienes no fueron probablemente viven en pueblos distintos. Tienen tasas de divorcio distinta y diferentes maneras de criar a sus hijos. Quienes no fueron a la universidad no sólo ganan menos; fuman más, son más obesos y mueren más pronto", escribe Brooks. "Retailers, inmobiliarias y ejecutivos de televisión identifican y refuerzan estos grupos de estilos de vida. Hay más ofertas de nicho y menos experiencias comunes. La consecuente segmentación ha reformado la política", explica. "La elección de este año ha revelado una profunda brecha cultural dentro del Partido Demócrata". 

Es una brecha de la que los adversarios de Obama están explotando a la caza del voto rural y el del trabajador de los centros industriales. La campaña de Hillary Clinton, por supuesto, explotando la acusación de que Obama es un elitista (por eso fue tan dañinos su propio comentarios sobre la gente que "se amarga y se aferra a las armas y la religión": reforzó exactamente esa narrativa), mientras ella se esfuerza en destacar que ama las armas, toma cerveza en jarro y juega bowling. También diversos candidatos Republicanos -compitiendo en elecciones locales- se han dado un festín con el "Obama elitista", que se enmarca convenientemente dentro de la lógica con que los Republicanos han enfrentado y presentado esta creciente diferenciación demográfica: la guerra cultural, donde los Demócratas representan a "las elites educadas", snobs, desconectados de la realidad del "pueblo americano" (sic).  Ahora con el gentil auspicio de la campaña Clinton ven reforzada como nunca su narrativa. 

La Hillary "representante del pueblo" ha encontrado una perfecta oportunidad para marcar ese perfil gracias a la última maniobra electoral para conquistar el voto trabajador de Indiana y Carolina del Norte: la suspensión temporal del impuesto a la gasolina. Como comenta John Dickerson en Slate (uno de muchos columnistas que han destacado el punto), economistas y especialistas de todo el espectro ideológico han dicho que es una mala idea, no sólo inútil (no se traducirá en beneficio de los consumidores), sino también dañina (porque puede aumentar el déficit presupuestario y alentar un comportamiento ambientalmente perjudicial). Dickerson destaca que además escritores, juntas editoriales y políticos como Michael Bloomberg, el gobernador de Nueva York David Paterson y la líder Demócrata Nancy Pelosi han hablado en contra de la iniciativa, que es original de un tal... John McCain

Obama ha denunciado el "ofertón" como un barato truco político de última hora. Sin embargo, es muy posible ser que todas esas objeciones racionales tengan nula resonancia en el público objetivo de Hillary Clinton. 

El domingo en "This Week", de ABC, a Clinton le pidieron que nombrara a UN economista que adhiriera a la idea de la suspensión  temporal del impuesto a la gasolina. Traduciendo libremente, dijo "no voy a presentar mi caso a los economistas". Cuando el conductor del programa, George Stephanopoulos, le comentó las dudas con su plan presentadas por el columnista y autor Paul Krugman, Clinton dijo homologó a Krugman con la administración Bush y dijo que no escucharía a la gente que ha sido responsable por los últimos  siete años de gobierno.  

Esas intervenciones las destacó David Brooks en su columna de hoy en el New York Times, en la que comparó la aparición de Hillary en "This Week" (combativa, frontal, agresiva) con la de Obama en "Meet the press" (reflexivo, explicativo, diplomático). La columna se titula "Combate y compostura". Un contraste que, según Brooks, "define la carrera". "La posición de Hillary es que la política es por definición un negocio sucio", comenta. "El argumento implícito de Obama es que la política no tiene por qué ser así". 

En sus apariciones públicas, Hillary ha dicho que Obama "no quiere que el dinero de las compañías petroleras llegue a los bolsillos de los trabajadores", y en su último aviso de campaña se pregunta "¿Qué le pasa a Barack Obama?". Luego contesta: "Él está atacando el plan de Hillary para darte un alivio en los precios de la gasolina porque él no tiene uno". (La campaña de Obama contestó con un aviso donde acusa a Hillary de recurrir a los ataques, ejemplificando con una cita del New York Times en que se dice que su campaña "ha tomado el camino bajo")

Esta mañana, Jonathan Mann de CNN fue a la legendaria pista de carreras de Indianápolis a preguntarle a la gente que estaba viendo las prácticas para las "500 millas" -en día hábil, hora hábil, todos blancos, los hombres sin polera, enrojeciendo con el sol- por quién votarían. 

En esa mini encuesta informal ganó Hillary Clinton. 

Esta noche veremos si Obama fue capaz de ganar parte de ese público. 

domingo, 27 de abril de 2008

No más debates

Han sido cuatro debates exclusivos entre Hillary Clinton y Barack Obama, y 21 debates de los precandidatos Demócratas desde que comenzó la campaña. Ahora Hillary Clinton está desafiando a Obama a un nuevo debate, en Indiana, antes de las primarias del 6 de mayo. Barack Obama está diciendo que no, y recordando que antes Hillary se rehusó a realizar un debate en North Carolina.

¿Qué cálculos se están haciendo? En general, Hillary no ha tenido malos debates, y Obama sí. El último fue particularmente dañino, si no claramente en el voto final de Pennsylvania, sí en la percepción pública de qué tan sólido es el candidato en momentos en que uno de los principales argumentos de su rival es que él no resistirá la pelea contra los Republicanos en noviembre. Fue un debate tras el cual los anfitriones de ABC News fueron muy criticados por la dudosa profundidad de algunas de sus preguntas y por lo que algunos juzgaron como una especial agresividad contra Barack Obama, quizás para escapar de la caricatura sobre el favoritismo de los medios por el senador. Como sea, Barack Obama no salió bien de ese debate.

El desafío de Hillary Clinton tuvo una dosis de nostalgia: invitó a Obama a participar en un debate al estilo Lincoln - Douglas (usando el modelo de debates entre Abraham Lincoln y Stephen Douglas en 1858. Quizás John McCain se acuerde). O sea, sin moderadores, con los candidatos hablando frente a frente, con tiempos para contestarse y distribuyendo el tiempo (90 minutos) entre los temas de debate que quieran, como quieran. Pero la campaña de Obama mantuvo su negativa, enfatizando que prefieren ocupar el tiempo en "hablar directamente a los votantes" de Indiana y North Carolina.

Es fácil ver que con un estado donde no tiene opción (North Carolina), Hillary Clinton tiene que
tratar de que Obama tropiece antes de llegar a Indiana, donde aparecen empatados en las encuestas. Un debate, como se han dado las cosas, sería ideal para eso: obliga a invertir tiempo en la preparación y abre el flanco a críticas, comentarios e interpretaciones. Hillary Clinton se burla de las quejas de Obama sobre el trato que recibió en el último debate, justamente enfatizando el mensaje de que el candidato no es todo lo fuerte que se necesita. "Después del último debate, los partidarios del senador Obama se quejaron por las preguntas rudas", dijo sarcásticamente ayer a su público en South Bend, Indiana.

Y pensar que antes era ella la que se quejaba de que en los debates la trataban mal.

jueves, 24 de abril de 2008

La raza y la pesadilla Demócrata


Al final no fueron 10 puntos de diferencia los que favorecieron a Hillary Clinton sobre Barack Obama en Pennsylvania; fueron 9.2. En delegados, el triunfo es insignificante. Pero las matemáticas de delegados -que se supone definirían las primarias- están pasando a segundo plano. Fue suficiente como para que la historia de esta semana fuera la supervivencia de Hillary, su milagrosa recuperación económica por las donaciones online y la imposibilidad de Obama de "cerrar el negocio".  

Después de esa victoria ni-muy-estrecha ni-muy-holgada, muchos en el partido Demócrata han comenzado a expresar su terror de que la prolongada pelea entre los candidatos y sus partidarios termine por torpedear fatalmente las posibilidades de recuperar la Casa Blanca en noviembre. La prensa post Pennsylvania, ayer y hoy, ha estado salpicada de esa preocupación, que no sólo pasa por lo destructiva y negativa que puede ser para el candidato o candidata que se imponga (como dijo el martes en la noche alguna de las analistas en CNN, Clinton está diciendo que Obama no está capacitado para dirigir el país, y el Obama está diciendo que Clinton no es confiable); sino también porque el más probable nominado, Barack Obama, no ha sido capaz de construir una coalición lo suficientemente potente como para imponerse de una vez por todas. Es la misma persistencia de Hillary Clinton la que está torpedeando la contundencia del triunfo -matemáticamente inevitable- de Obama. Con sus triunfos -reales, por supuesto- en los grandes estados  del "cinturón industrial" de Estados Unidos, Hillary Clinton está sembrando dudas sobre la capacidad de Obama de ganar en una elección general en noviembre, y su objetivo es que los superdelegados Demócratas decidan elegirla a ella aun cuando llegue al final de la carrera con menos delegados elegidos, menos estados ganados y, muy probablemente, menos votos. Convencerlos de que el candidato que llegue segundo (o sea, ella) al final de la carrera el 6 de junio, será un mejor representante que el candidato que llegue primero (Obama), es su única posibilidad de poner su nombre en el voto de noviembre. 

Que Obama sea incapaz de ganar en estas primarias en estados que pueden ser clave en la elección general es en cierto sentido un argumento tramposo: se supone que en la elección de noviembre los votos de Obama y los de Hillary en las primarias se sumarían para enfrentarse a McCain. Ahí las preguntas más pertinentes son más bien cuánta gente que vota por Hillary no votaría por Obama en la elección general (y vice versa, en caso de ser ella la nominada).  

También hay que considerar un factor: los estados grandes que Hillary Clinton presenta como ejemplos de su fortaleza para noviembre son estados que sí o sí votan Demócrata en las elecciones generales (Nueva York y California), y por lo tanto estarían en el bolsillo de Obama en la elección general; o son estados que votan Republicano o son "swing states", estados históricamente complicados o imposibles para cualquier candidato Demócrata (o sea, no se puede contar con ellos en el cálculo), como Texas, Ohio y el mismo Pennsylvania. 

La pregunta sobre votos en noviembre se hizo en las encuestas a boca de urna en Pennsylvania. 
Y en las respuestas se asomó un factor que comienza a perturbar a los Demócaratas: la raza
Un 63 por ciento de los blancos votaron por Hillary Clinton, y un 90 por ciento de los negros votaron por Barack Obama. Un 18 por ciento de los Demócratas que votaron el martes admitieron que la raza había sido un factor que consideraron al decidir su voto, y sólo un 63 por ciento de esos votantes dijeron que apoyarían a Obama en la elección presidencial de noviembre

Como destaca el análisis de Adam Nagourney en el New York Times, "la raza presenta dos problemas potenciales para Obama: votantes que se le oponen simplemente porque es negro, y Demócratas que no lo apoyarán porque no creen que un negro pueda ganar una elección general". 

La instalación de la raza como duda legítima sobre la "electibilidad" del candidato Demócrata favorece más a Hillary Clinton ("yo no soy racista, pero seamos realistas ¿vamos a arriesgarnos a perder?") y la posibilidad de que sea su campaña la que esté subrayando el tema hace que todo alcance dimensiones maquiavélicas aterradoras, incluso para los estándares de Hillary. Hay un lado opuesto, también: es probable que si la senadora termina imponiéndose en estas primarias no tenga el apoyo del voto negro en la elección de noviembre. Pero eso puede pasar con votantes de todos los colores si ven que el candidato Demócrata no es quien terminó primero en la carrera. 

martes, 22 de abril de 2008

Pennsylvania para Clinton: Resultados paso a paso


12.00: 
Cómputo definitivo. (Casi) Hillary Clinton salvó justo: logró la ventaja mínima de 10 puntos para seguir dos semanas más en carrera sin tener la avalancha de dirigentes y comentaristas insistiéndole en que se baje de una buena vez. 
 
Con un 95% de los votos informados, están en un 55% para Clinton y un 45% para Obama

11.05:
Discurso triunfal-pero-no-tanto de Barack Obama.  Está tan feliz de estar de vuelta en el MedioOeste (en Evansville, Indiana) que le agradece a John Mellencamp por haberlo apoyado. Luego felicita a Hillary Clinton por su triunfo. Y agradece a los cientos de miles de "Pennsylvanians" que lo apoyaron esta noche. Luego da cuenta de sus avances en ese estado. "Cerramos la brecha", dice. "Registramos a un número récord de votantes y son esos votantes los que van a liderar a nuestro partido en noviembre". 
"Los desafíos que enfrentamos son más grandes que las pequeñeces de la política", dice. "Y esta es la elección para superarlos". 
"Es fácil quedarse atrapado en la distracciones y las tonteras que consumen la campaña", dice. "Pero tenemos los desafíos de dos guerras, una crisis económica y un planeta en peligro". 
Luego el infaltable: el caso real, en este caso un tipo que perdió su casa y está pasándolo pésimo. De nuevo, ojalá los presentaran. 
"Estamos porque no podemos darnos el lujo de seguir haciendo lo que hemos estado haciendo por otros cuatro años. No podemos darnos el lujo de seguir jugando los juegos de Washington con los mismos jugadores de Washington", dice. Luego le pega un palo a John McCain y lo asocia con el casi-innombrable, George W. Bush. Y recuerda que McCain quiere seguir con la guerra en Irak como está (con el clásico agregado contra Hillary: "una guerra que nunca debió haberse autorizado"). 
"La pregunta no es si el otro partido podrá llevar el cambio, claramente no lo harán. La pregunta es si nosotros lo haremos", dice antes de el grito (el original) de "Yes we can". "En cada elección llegan los políticos a sus ciudades y le dicen lo que quieren escuchar. Luego vuelven a Washington y se quedan en la última distracción de la semana, en vez de preocuparse por los asuntos que importan". 
"No esta vez, no esta vez", dice. Y luego un palo a Hillary (que a él no le pegó ninguno en su discurso), por tomar plata de los lobbistas (no la nombra, claro). Otro: "hagamos las preguntas duras ANTES de mandar a nuestras tropas a pelear". 
"Podemos ser el partido que diga y haga todo lo que hay que hacer para ganar las elecciones (...) O podemos buscar recuperar no sólo una oficina, sino la confianza del pueblo americano". 
"Esta vez podemos elaborar sobre el movimiento que empezamos en esta campaña", dice antes de nombrar a todos los grupos posibles. 
"Millones de americanos (sic) creen que podemos hacerlo mejor, y que debemos hacerlo mejor", dice. "Ahora les toca a ustedes, Indiana". 
"No soy un hombre perfecto, no seré un presidente perfecto. Pero siempre los escucharé por los próximos 4 años", promete. "Les pediré ser parte del cambio que necesitamos", dice. "El cambio parte desde abajo hacia arriba. El cambio real no es fácil y no será fácil. El status quo luchará por detenernos, pero no olviden que ustedes tienen el poder de cambiar a este país". 
"No sólo ganemos estas primarias, no sólo ganaremos en Indiana, no sólo ganaremos en noviembre. Vamos a cambiar a este país. Ese es nuestra meta, vamos a trabajar", termina. Luego se baja para saludar a Michelle, su mujer, y a John Mellencamp. 

Con 85% de los votos informados, Hillary Clinton está logrando el "número mágico" (psicológico, porque en concreto no le sirve de mucho): los diez puntos de ventaja. Están 55% para Clinton, 45% para Obama

10.32: 
El discurso triunfal de Hillary Clinton. Cosa inusual, salió junto a Bill Clinton. "Es un camino largo al 1600 de Pennsylvania Avenue (la dirección de la Casa Blanca) y pasa por el corazón de Pennsylvania", parte diciendo, haciendo gala de "su" ingenio. "Con dos guerras y una crisis económica ad portas, ustedes saben que hay mucho en juego y saben que quieren a una presidente que esté lista desde el primer día (...) Agradezco que Pennsylvania haya decidido que yo sea esa presidente". Luego regresa a sus raíces familiares con el estado (sus abuelos). 
Habla luego de lo difícil que está la vida, de lo caro de la gasolina, etcétera. 
"Hoy más que nunca necesito su ayuda para continuar en carrera", dice. "Sólo podemos seguir ganando si podemos seguir compitiendo con un candidato que gasta tanto más que nosotros. Vayan a HillaryClinton.com y muestren su apoyo esta noche, porque el futuro de esta carrera está en sus manos". El infomercial aplicado a los discursos. ¡Necesito plata! ¡Dejen de aplaudir y abran sus malditas billeteras! 
"Me dicen que me retire, pero ustedes necesitan a una presidente que no renuncie", dice luego. "La corriente está cambiando de dirección", advierte. Y vuelve a las diferencias económicas con Obama: "Nuestro oponente gastó tres veces más que nosotros". 
Luego la clásica: la carta del votante anónimo. En este caso, un viejito veterano de guerra que e mandó una carta pidiéndole "siga luchando por nosotros".  (Un día me gustaría ver todas esas cartas tan emotivas que aparecen citadas en los discursos de Obama y Hillary). 
"Puede que me tropiece y puede que me caiga, pero lo importante es que ustedes estén conmigo", dice. "No se trata de si podemos levantar a este país , sino si lo haremos". ("Yes we can" versus "Yes we will", muy original). 
Termina con un "Yes we will". Uf. 

Interesante: Hillary Clinton está viviendo el presente en Pennsylvania. Barack Obama está en Indiana, que vota el 6 de mayo

Van 73% de los votos informados y la proporción se mantiene: 54% para Clinton, 46% para Obama

9.58: 
Los candidatos van a hablar dentro de poco (justo a la hora de los noticieros locales). Con un 47% de los resultados informados, la balanza está 54% para Clinton, 46% para Obama

9.3o: 
Marc Ambinder cita a la campaña de Hillary Clinton: aseguran que recaudaron 100 millones de dólares online en 20 minutos. Altamente improbable, considerando que en todo marzo, on y off-line, recaudaron 21 millones. 

9.20: 
15% de los votos informados: Clinton 53, Obama 47. En CNN (y antes estuvo en MSNBC) el gerente de campaña de Hillary Clinton, Terry McAuliffe está repitiendo los eslóganes de la campaña como un autómata, repitiendo la direccion web de la campaña: Necesitan juntar plata -están desfinanciados-, y pueden hacerlo online para aprovechar el entusiasmo de la noche. Dice McAuliffe que "ganar es ganar", quizás anticipando un triunfo estrecho. Según Michael Crowley en el imprescindible blog de The New Republic, la recaudación online de la senadora está a toda marcha esta noche. 

9.05: 
No news: CNN proyecta el triunfo de Hillary Clinton. Seguimos esperando a ver por cuánto. Con un 7% de los resultados informados, el conteo va 54-46 en favor de Clinton. 

8.55:
Huffington Post anuncia el triunfo de Hillary Clinton en Pennsylvania. Con sólo un 3% de los votos escrutados, el conteo va 55-45 para la senadora. 

8.50: 
Fox News proyecta un triunfo para Hillary Clinton. Si no fuera tan obvio lo pondría en duda, considerando la fuente. MSNBC y CNN todavía no proyectan ganadores. 
De nuevo, sabemos que va a ganar Hillary Clinton; estamos esperando a ver por cuánto. 

8.30: 
Exit poll: Temas prioritarios. 
El 56% de quienes nombran la economía como la principal preocupación votaron por Clinton. El 57% de quienes mencionan Irak como la principal preocupación votaron por Obama. 
Grupos: 
El 92% de los negros votó por Obama.
El 55% de los judíos votó por Clinton. 

8.00: 
Cierran las mesas en Pennsylvania y CNN no es capaz de proyectar un ganador. Eso significa que está muy ajustado. Esa es una pésima, pésima señal para Hillary Clinton. Pero la noche es joven. Además, recordemos que la gente de las zonas rurales, Hillarylandia, se demora más en "informar". 

7.55: 
Informa Huffington Post: 
Encuestas a boca de urna: Clinton 52, Obama 48. Si esto se transforma en el resultado, Hillary Clinton está en serios problemas. Hillary gana entre mujeres y quieres tomaron la decisión al final. Obama gana entre los hombres y entre los votantes jóvenes (primerizos)
Informa CNN: Un 55% de los hombres blancos votaron por Hillary, un 45% por Obama. Eso es muy bueno para el senador. 


Qué mirar en Pennsylvania


Dos cosas: el margen del triunfo de Hillary Clinton y las encuestas de boca de urna, para ver quién votó por quién.

Gentileza de Carrie Budoff Brown y Kenneth P. Vogel, de Politico.com, algunos consejos para ir siguiendo los resultados: Primero, no engañarse por los primeros resultados. Es posible que las primeras cifras favorezcan a Obama, dado que los centros urbanos reportan sus resultados más rápido. Los pueblos más pequeños (la gente amargada, ya saben), los blancos que tienden a favorecer a Hillary Clinton, se demoran un poco más. Es decir: si Obama parte "ganando", sus partidarios no deberían hacer una fiesta. En cambio, si Hillary parte arriba, probablemente mantenga la tendencia. Lo que sí puede mejorar los resultados de trasnoche de Obama es la votación de los afroamericanos, que se espera que lo favorezcan de manera significativa.

En cuanto al cómo vota quién, la votación del electorado obrero blanco será parte importante: si se carga demasiado a Hillary Clinton, la senadora tendrá un argumento más potente para tratar de convencer a los superdelegados.

Se calcula que un nueve por ciento de los posibles votantes de hoy están indecisos. En general, quienes se deciden a última hora -en las primarias anteriores de este proceso- suelen favorecer a Hillary Clinton. Ellos podrían ser... decisivos. Ja.

Los candidatos están cada uno reforzando su línea argumental: según Hillary Clinton, ganar es ganar, no importa por cuánto. Para Obama, a ella no le sirve si no gana por mucho.

Se espera que los resultados estén informándose entre las 9.30 y 10 de la noche. Ya sabe dónde mirar.

Pennsylvania, al fin


De todo ha pasado en estas seis semanas de calma antes de la tormenta. Todo menos calma. Pueden culpar a la maquinaria de Hillary Clinton o a la poco aceitada maquinaria de Barack Obama, pero han sido seis semanas de golpes al candidato, partiendo con la difusión de los videos del Reverendo Jeremiah Wright planteando aquellas preguntas de sentido común que son sacrilegio en Estados Unidos y terminando con Barack Obama planteando aquellas conclusiones de sentido común que son sacrilegio en Estados Unidos. La semana pasada, un muy criticado debate organizado por ABC News que partió con 45 minutos para dejar claro que los "rostros" de ese canal no son como "esa" prensa que se derrite por Obama. 

¿Y qué ha pasado en las encuestas? Hillary Clinton tenía una amplia ventaja hace seis semanas. Ahora, tiene sólo una ventaja. En promedio, un poco más de seis puntos. Lo que nos lleva a las conclusión de que tanto escándalo no ha afectado -al menos en encuestas, en votos lo veremos en unas horas- a Obama. 

En las últimas horas de campaña los candidatos se han dado con todo. Hillary Clinton, siempre con la nota elegante, lanzó un aviso en el que aparece Osama Bin Laden junto con otras tragedias de la historia reciente de Estados Unidos: el huracán Katrina, los altos precios de los combustibles, Irak... Bush no sale. Pregunta la voz en off: ¿Quién tiene lo necesario? (para liderar al al país en un momento de crisis, se entiende)
Es primera vez que aparece el señor Bin Laden en un comercial político desde que Rudy Giuliani (¿se acuerdan?) y sus amigos lo invocaran como parte del coro festival del miedo. 

Por qué importa Pennsylvania: Primero, porque es la primaria más grande de las que quedan en el calendario. Se eligen 158 delegados, y por eso los márgenes de victoria-derrota son especialmente relevantes. Segundo, porque es un estado demográficamente muy relevante: la gran cantidad de votantes blancos trabajadores podría manifestarse decididamente, por ejemplo, en contra de Obama y complicarle esa nominación que tantas veces se ha dado por asegurada. Se espera una votación récord: es en esos votantes nuevos -mucho joven universitario- donde Obama tiene cifradas sus esperanzas.

Qué va a pasar. 
-Hillary Clinton va a ganar. Sí o sí. La gran pregunta es por cuánto. Por lo que he podido revisar, la cosa va más o menos así: 
-Si gana por menos de 10 puntos, va a salir a celebrar pero en realidad va a tener bastante de lo que preocuparse. No sólo no le alcanzaría para dar un golpe convincente a la mesa de los superdelegados, sino que además la enfrentaría a enfrentar la dura realidad de la billetera. En abril su deuda -sus cuentas impagas a sus asesores, por ejemplo- aumentó considerablemente.  -Si gana por más de 10 puntos, va a ser la gran guerra de las declaraciones. Aún así seguiría claramente atrás en el conteo general, pero se vería reforzada en su argumento a los superdelegados: no voten por un candidato que no rinde en los estados grandes, industriales, blancos y trabajadores. 
-Si gana por más de 15 puntos. La fiesta de Hillary la vamos a escuchar hasta en Puerto Montt. Seguirá detrás en la carrera, pero le van a faltar dientes para mostrarle a los superdelegados y a los votantes de los estados siguientes. Se supone que necesita ganar por 20 puntos o más para que sea una victoria realmente significativa (y aun así seguiría destinada a perder el conteo), pero esos 20 puntos son bastante improbables

-Si Barack Obama gana. Eso es imposible, pero quién sabe. Si ganara, o si Obama perdiera por menos de cinco puntos, la presión sobre Hillary Clinton sería insostenible para cualquier ser humano. Ella podría seguir en carrera, claro, pero seguiría desde bien atrás. 

Ya está anunciado que Obama va  salir a celebrar mañana. La pregunta es si vamos a creerle. 

De lo que pase en Pennsylvania dependerá el día después: hace rato que se especula con n posible apoyo del ex presidente Jimmy Carter a Barack Obama. Y también se especula con Al Gore. Aunque Hillary le hizo un desprecio la semana pasada al decir que era de esos candidatos que habían perdido por "elitistas" -y eso que en realidad ganó-, Gore ha evitado contribuir al calentamiento global de la campaña. 

Hagan sus apuestas: yo apuesto a Hillary Clinton ganando por diez puntos. Todo quedaría igual, pero con menos carreras pendientes y más dudas en la capacidad de Barack Obama para constuir una candidatura a prueba de Republicanos. Es decir, sería el festival del "Spin" o de la interpretación interesada. 

No se pierda: Pennsylvania, minuto a minuto, en Factor2008.blogspot.com.


lunes, 14 de abril de 2008

El gran error de Obama


El fin de semana el pequeño escándalo desatado a partir de la revelación de unos dichos de Barack Obama en una reunión con contribuyentes en San Francisco el 6 de abril generó una serie de reacciones que podrían afectar el curso de las cosas. En las primarias Demócratas y/o en las elecciones generales de noviembre. 

En el campo del sentido común (que poco aplica en esta carrera), es una polémica tonta, pero dado que el senador Obama sabe cómo funciona la política en su país, la primera tontera fue su propia elección de palabras. Hablando sobre los votantes de pueblos chicos del interior -como muchos en Pennsylvania y, peor, como muchos en Indiana, por ejemplo, donde se realizan primarias el 6 de mayo-, dijo que dado que eran una población castigada por las crisis económicas y dejadas de lado por sucesivos gobiernos, no era sorprendente que "se amargaran" y se aferraran "a las armas, la religión, a la antipatía hacia la gente diferente a ellos, al sentimiento contra los inmigrantes y contra el comercio como una manera de explicar sus frustraciones". 

Suficiente para que la prensa conservadora y la campaña de Hillary Clinton denunciaran a Barack Obama como un hombre "elitista", "fuera de contacto" con los verdaderos estadounidenses y "condescendiente". Justamente los juicios-prejuicios con los que Obama ha debido luchar desde el inicio mismo de su campaña (expresada en la comparación de Obama con el latte de Starbucks versus Clinton con el café de máquina del Dunkin' Donuts). A un Obama que es negro, que nació en una familia pobre, que fue criado por su madre soltera y sus abuelos, su educación en Harvard le pesa más en la campaña que a una Hillary Clinton que nació en una familia acomodada, trabajó en poderosos bufetes y se sentó en poderosos directorios le pesa su educación en Yale

La torpe elección de palabras de Obama (en rigor, les dijo "amargados" y, si se siguen los avisos que la campaña de Clinton produjo inmediatamente, insultó la religión y el derecho a las armas de los norteamericanos), le puede costar muy caro a Obama no sólo en Pennsylvania o en las primarias que sigan. Igual se cuenta con que pierda en Pennsylvania y en algunas de los procesos pendientes y siga contando más votos y delegados. El potencial problema de Obama es con los superdelegados, esos cerca de 800 líderes Demócratas que terminarán decidiendo la carrera. Como hemos dicho antes, parece claro que quieren ir con la voluntad de los votantes, pero si ven que su elección pone en riesgo la posibilidad de los Demócratas de ganar en noviembre, puede que cambien de opinión. 

Hillary Clinton no perdió un momento para jugar esa carta. Inmediatamente asoció a Obama con otros "elitistas" que perdieron la Casa Blanca por no estar "en contacto" con el pueblo: Al Gore (si alguna vez esperó su apoyo, ahora cerró esa posibilidad) y John Kerry (quien ya apoya a Obama). Hoy por tercer día consecutivo Hillary Clinton acusó a Obama de "mirar para abajo" a la gente. "No podemos permitirnos que la gente piense que los Demócratas somos elitistas y fuera de contacto con la gente", dijo, reforzando su mensaje a los suerdelegados: puede que Obama "gane" en delegados y votos, pero no nos arriesguemos a perder en noviembre. 

Obama ha pasado estos tres días contraatacando sin pedir disculpas: su mensaje es "lo que dije es cierto: que esos votantes han sido abandonados por sucesivos gobiernos" y que sobre la religión, aferrarse a ella en los malos momentos no tenía por qué ser una ofensa. Su problema es que ha abierto flancos de ataque no sólo para la campaña de Hillary Clinton, sino también para el partido Republicano y los conservadores en general. Hoy, John McCain se unió al coro para calificar las palabras de Obama como "elitistas" y críticos como Peter Wehner en esta columna en el National Review apuntaron a que el senador era "un liberal convencional". Un calificativo que tras décadas de vapuleo es una ofensa para muchos y una etiqueta poco conveniente para muchos más. "(Este episodio) demuestra que es un liberal cultural, lo que ha sido un cargo particularmente letal en las elecciones presidenciales", escribe Wehner. 

Es exactamente lo peligroso para Obama y el partido Demócrata: no hay posibilidad de ganar la elección presidencial sin alcanzar al electorado de centro, y la identificación del candidato como un liberal, elitista y más encima negro puede ser una mezcla fatal (no es racismo; es la etiqueta que ha perseguido al partido Demócrata, ser el partido de los liberales elitistas muy educados y el de los afroamericanos). 

Hillary Clinton -quien según el "Hillary Deathwatch" de Slate ha aumentado sus posibilidades de un 4,5% a un 14,2% gracias a este episodio- está tratando de sacar provecho de todo esto (con agregados: el fin de semana habló sobre cuánto le gustaba disparar y hoy se tomó una cerveza desde un jarrón de medio litro), pero al hacerlo está arriesgando las opciones del partido en noviembre (algo que correría también en sentido contrario sino fuera porque Obama  es por mucho el más probable ganador de estas primarias, todavía). Según Ariana Huffington, "John McCain debería tomarse vacaciones; Hillary Clinton está haciendo el trabajo por él". Luego se pregunta: "Si ella ganara ¿con qué tipo de partido se quedaría? Está quemando la aldea para salvarla -o para probar que sería la mejor comandante de bomberos. Pero la aldea no se salvaría: sólo quedaría en pie una casa con dos habitantes: Hill y Bill". 

Para Obama, su error podría terminar reportándole una ganancia, como plantean Avi Zenilman y Ben Smith en Politico.com. Para un candidato a menudo acusado de ser "demasiado débil" para  enfrentar la maquinaria de ataques Republicana en una campaña general -un "problema" repetido bastantes veces sobre todo a principios de las primarias por Hillary y su campaña- mostrar que puede salir airoso de impasses como este y el ocasionado por los dichos del reverendo Wright, contraatacando con fuerza y carácter, puede ayudar a demostrar que es un candidato fuerte. O que lo será en noviembre. 

Ese también es un mensaje dirigido a los superdelegados

Y quizás Hillary Clinton esté exagerando su reacción contra los dichos de Obama. Eso plantea Noam Scheiber en The Stump, el blog sobre elecciones de The New Republic, a propósito de la intervención de hoy en el Foro de trabajadores del acero en Pittsburgh, donde Hillary volvió a hablar del tema (provocando algunos abucheos de los asistentes). "Si esto iba a hundir a Obama, debería haber pasado sin su ayuda (de Hillary). Ella se ha mostrado completamente cínica, recordándole a los superdelegados todo lo que odiaban de la era Clinton, y ha empezado a hacer aseveraciones sobre su propia autenticidad cultural que no pasarían el mínimo escrutinio". 

domingo, 6 de abril de 2008

Mark Penn, fuera de la campaña de Hillary Clinton



Mark Penn pasó de ser el hombre más poderoso de la campaña electoral de quien sería la segura próxima presidenta de Estados Unidos a ser un hombre cesante. Bueno, no tanto.

La semana empezó terrible para Mark Penn, la cabeza de la criticada pero siempre sorprendente campaña de Hillary Clinton. Primero, se supo que el lunes, en su calidad de jefe ejecutivo de la conocida firma internacional de relaciones públicas (perdón, comunicaciones estratégicas) Burson-Marsteller se había reunido con el embajador del gobierno colombiano ante Naciones Unidas para darle algunas recomendaciones. Esto porque Colombia contrató a la firma para que representara sus intereses en Estados Unidos, particularmente en lo que se refiere a las negociaciones para lograr un tratado de libre comercio entre ambos países. Un problema, considerando que parte importante del electorado Demócrata, los trabajadores (importantes en Pennsylvania) detesta los TLC porque los culpan de haber aumentado el desempleo en el país. 

La retórica anti-TLC, enarbolada principalmente por John Edwards al principio de la campaña y luego por Barack Obama y Hillary Clinton, todos con un tono bastante populista,  ha sido relevante en las primarias. De hecho, antes de las primarias de Ohio Hillary Clinton se esforzó para convencer al electorado de que ella no había sido partidaria del NAFTA, aprobada durante el gobierno de un tal... Bill Clinton. Le sirvió para ganar Ohio, y era una pieza importante de su mensaje hacia los trabajadores Demócratas de Pennsylvania. Que se supiera que su jefe de campaña al mismo tiempo estaba ayudando a un gobierno latinoamericano para lograr su propio TLC no podía ser bueno. 

Mark Penn se disculpó por su "error de juicio", y el gobierno colombiano decidió despedirlo. O sea, prescindir de los servicios de su firma. En el comunicado del gobierno se consideró "una falta de respeto" que Penn hablara de la reunión del lunes como "un error de juicio. Peor aún, una representante de ese gobierno dijo que no había quedado claro si la reunión del lunes había sido con Penn como mano derecha de Hillary Clinton o con Penn como ejecutivo de Burston-Marsteller. (Ahora, para qué nos vamos a hacer los ingenuos: Penn era las dos cosas al mismo tiempo, y eso lo convertía en un mejor contacto)

Ya se había criticado a Penn por no dejar -o al menos congelar- su puesto en la firma para dedicarse a lo que se dedicaba: dirigir la campaña de Hillary. Si las dobles militancias son complicadas, aquellas donde una de las patas está puesta en una empresa de relaciones públicas (o lobby), son bastante más complejas. Y este era uno de esos casos. Pero como en Burson le seguían pagando su sueldo, Mark Penn no se quejaba. Ganaba por los dos lados.

Pero la fiesta se le acabó. Esta tarde, la campaña de Hillary Clinton emitió un comunicado declarando que el señor Mark Penn ya no trabaja con ellos, por decisión del propio Penn. No es que el hombre se quede sin voz en el comando, en todo caso: su empresa, Penn, Schoen y Berland Asociados, seguirá prestando el servicio de encuestas y consultoría política. 

Mark Penn, quien antes de trabajar para Hillary trabajó para Bill Clinton, había sido extensamente criticado dentro y fuera del comando de campaña de la senadora por los errores cometidos en la carrera. De hecho, esta salida se ha leído como una buena excusa de sus enemigos dentro del equipo de campaña para sacarlo del camino. A él se le atribuye la opción de haber presentado a Hillary Clinton como una mujer fría y racional, no haber previsto que la campaña se prolongaría más allá del SuperMartes del 5 de febrero -fecha en la que pretendían ganar cuando todo se veía tan fácil, por allá por diciembre-, y no haber logrado revertir las cosas. Su lugar será ocupado por Geoff Garin y Howard Wolfson, este último jefe de comunicaciones de la campaña. 

viernes, 4 de abril de 2008

Los números en Pennsylvania


La línea morada es Hillary Clinton; la verde, Barack Obama. Es la diferencia que el promedio de las encuestas está arrojando en Pennsylvania, según Real Clear Politics. Cerca de cinco puntos en una carrera que hasta hace muy poco estaba en cerca de veinte, siempre a favor de la senadora Clinton. 

El sentido común indica que Hillary Clinton va a ganar en ese estado, y según se han dado las cosas (recuerden Texas), las crecidas de última hora de Obama en las encuestas no es tal en los votos reales, aunque sí refleja una disminución de la ventaja. Ahora, quedan todavía más de dos semanas para intentar consolidar el alza. El problema para Hillary Clinton, como hemos dicho antes, es que necesita ganar Pennsylvania por un amplio margen. Y cinco, o diez puntos, si "moderamos", no es precisamente amplio. 

¿Y si ganara Obama? Goodbye Hillary. Al parecer, la campaña de Obama ha decidido intentar semejante batatazo, apoyada por los billetes verdes: ha gastado cinco veces más que Hillary en publicidad en televisión. Algo que no debería extrañar, considerando la ventaja en recaudación de fondos: sólo en marzo Obama recaudó 40 millones de dólares. Clinton juntó 20 millones

Aún así, como apunta Jeanne Cummings en Politico.com, no es mucho lo que Obama puede cambiar en Pennsylvania, dado su mix demográfico: trabajadores blancos, católicos, mujeres, hombres mayores. Hillarylandia, en resumidas cuentas.

¿Y si ganara Obama?  

sábado, 29 de marzo de 2008

¿Y cuándo se acaba todo?


No se acaba hasta que la señora gorda cante, reza el dicho -inspirado en la ópera, no malinterpreten-, y en el caso de las primarias Demócratas, no se acaba hasta que la señora Clinton se convenza. 

Como se preveía aún antes de las victorias de Hillary en Texas y Ohio (aun cuando a fin de cuentas en Texas Obama terminó ganando, en términos de delegados), Obama prácticamente ya ganó la carrera. La gran mayoría de los analistas ahora se han dedicado a hablar de las escasas posibilidades de Hillary Clinton de arrebatarle la nominación a Obama o derechamente a preguntarse cuándo irá la senadora a admitir su derrota. Algunos -como David Brooks en esta columna en el New York Times o la siempre aguda Maureen Dowd en su tribuna en el mismo diario- han especulado con la idea de que para Clinton la situación es "si no soy yo la nominada, prefiero que las elecciones generales las ganen los Republicanos". Esto porque la prolongación de una campaña donde tiene tan escasas posibilidades estaría sólo dañando al probable candidato Obama frente al seguro candidato McCain. Otros, sin embargo, aseguran que la continuación de la pelea no daña al partido Demócrata, porque al fin y al cabo le asegura presencia constante en la prensa. 

Sobre lo que pase en las próximas semanas hay un par de asuntos en los que parece haber consenso. 
-Que en las primarias de Pennsylvania, el 22 de abril, va a ganar Hillary Clinton. Tiene más de quince puntos de ventaja en las encuestas y parece muy improbable que Obama dé la sorpresa. 
-Que la victoria en Pennsylvania no le sirve a Hillary si es por menos de 20 puntos. Como todo el mundo sabe que va a ganar en ese estado, tiene que dar una verdadera paliza. Aún así seguiría abajo en la tabla de delegados y de voto popular, pero al menos mostraría que aún tiene fuerza para seguir en carrera. 
-Que tras ganar en Pennsylvania, Hillary necesitaría ganar North Carolina, el 6 de mayo. Ahí Obama tiene en las encuestas una ventaja de más de 12 puntos. Si gana Clinton, puede presentarse como una amenaza. Algunos analistas aseguran que Hillary se va a retirar de la carrera después de perder en North Carolina

Son cálculos que pueden mantener entetenida la carrera, pero para que el resultado final cambie -que Barack Obama sea el nominado Demócrata-, Hillary necesita un milagro, o un desastre, depende de por dónde se mire. 

Hillary Clinton creyó que ese "milagro" se había producido hace un par de semanas, cuando empezaron a circular videos con extractos de las prédicas del Reverendo Jeremiah Wright, el pastor que lidera la iglesia a donde asiste Barack Obama y su familia desde hace 20 años. Los extractos resultaban incendiarios para la sensibilidad "americana" -"Dios maldiga a América", decía- aunque hay que decir que para un observador extranjero su lógica no tiene nada de irracional: básicamente planteaba que Estados Unidos mató a mucha más gente bombardeando Hiroshima y Nagasaki que los que murieron en los atentados a las torres gemelas. 

Fue quizás la crisis potencial más seria que ha enfrentado la campaña de Obama -a quien Wright casó y cuyos hijos el pastor bautizó-, pero el senador la superó con destreza. El 18 de marzo se paró en el Constitution Center de Philadelphia (Pennsylvania) y abordó el tema racial en un discurso , titulado "A more perfect union" ("Una unión más perfecta"), que algunos analistas saludaron como un hito -o un hito si se llega a convertir en presidente, de la manera en que el discurso de John Kennedy sobre el catolicismo se convirtió en un hito en su propia carrera- y otros acusaron como insuficiente. Como sea, Obama dijo que no compartía los dichos de su pastor, pero que no podía condenarlo, tal como no podía condenar a los afroamericanos que se sentían y pensaban como Wright y tal como no podía condenar a su propia abuela materna, "una señora blanca que una vez me confesó que sentía miedo de los negros que pasaban cerca de elle en la calle y que a menudo expresaba epítetos raciales que me hacían tiritar". En resumen, planteó que el racismo -y los resentimientos de uno y otro lado- era un punto pendiente en la vida de Estados Unidos que su país tenía dificultades en enfrentar pero que había que hacerlo de una buena vez. Y, quizás más importante, encerró el resentimiento racial en un tema generacional: no culpemos a Wright ni a mi abuela por lo que vivieron; pero nosotros (yo, Obama) somos otra generación. Y yo (Obama) como nadie (porque soy negro y blanco) puedo sintetizar esa unión más perfecta que el país necesita. Brillante. 

Ha sido quizás el hito más importante en estas semanas sin primarias en la carrera presidencial. Primero, porque puso sobre la mesa un tema que puede ser muy complicado para la campaña de Obama en las elecciones generales: la resistencia del votante blanco asustado con los negros "extremistas". Y segundo, porque Obama salvó por el momento una crisis que podría haberlo hundido y, según muchos analistas, salió fortalecido.

Hillary Clinton pudo haber aprovechado mejor el momento difícil de la campaña de Obama, pero se topó con dos grandes contratiempos

Primero, el ex precandidato Demócrata y gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, apareció declarando su apoyo a Barack Obama. Richardson no sólo es latino, sino que principalmente es un prominente superdelegado. Y en una carrera que Hillary Clinton tiene perdida en cantidad de votaciones, cantidad de delegados y probablemente en voto popular, los superdelegados son su última esperanza. Su problema es que los superdelegados parecen estar mirando con más simpatías al senador Obama, y el apoyo de Richardson fue visto como el certificado de que los Clinton ya no eran imprescindibles ni para los más partisanos de los Demócratas (algo que antes de estas primarias era prácticamente un dogma). 

Segundo, la pillaron en una burda mentira. En enero y luego en marzo, Hillary Clinton contó una emocionante anécdota: en 1996 fue en su calidad de Primera Dama a Bosnia, y según su relato, el avión aterrizó en un momento de tanto peligro que debieron suspender la ceremonia de bienvenida y tuvieron que "correr con la cabeza escondida" porque estaban bajo el fuego de francotiradores. Una muestra más de su experiencia internacional y su paso por zonas de conflicto. Desde un principio hubo recuentos que disputaban su versión -la supuesta peligrosidad de la situación-, pero ella los desestimó. Hasta que CBS encontró el video del aterrizaje aquel... con ceremonia de bienvenida incluida, con Hillary muy sonriente saludando a una niña chica que le cantó, y muy acompañada de su hija Chelsea. Ups. Enfrentada a un desmentido tan irrevocable, Hillary se excusó diciendo que se había expresado mal, que en realidad se acordaba de que al aterrizar le comentaron en el avión que debían tener mucho cuidado porque estaban en una zona de guerra (aunque era marzo de 1996, cuando la guerra ya se había terminado). No le sirvió mucho. Hillary Clinton quedó como mentirosa. El ex Watergate y biógrafo de Hillary Carl Bernstein ya habla de "la debacle de Bosnia". 

Bonus Track: el popular senador de Pennsylvania Bob Casey, quien en 2006 ganó su puesto con un 59 por ciento de los votos, apoyó públicamente a Barack Obama. Casey es un católico irlandés, y es un líder prominente para el público esquivo de Obama: trabajadores blancos

De manera que ahora la canción se llama "Cuándo se baja Hillary". Ella sigue repitiendo que seguirá hasta la convención en Denver, el 25 de agosto. El senador y ex precandidato Demócrata Chris Dodd dice que la carrera se tiene que terminar ahora. El senador Patrick Leahy llamó a Clinton a bajarse definitivamente porque estaba afectando las posibilidades de Obama en las elecciones generales mucho más que cualquier cosa que John McCain hubiera dicho. Barack Obama dice que "Hillary puede seguir todo lo que quiera en carrera". Y Jonathan Alter, en Newsweek, escribió que Hillary ya tiene un premio de consuelo: ser gobernadora de Nueva York. 

(La foto es de Damon Winter de The New York Times. Please don't sue me, Damon).

miércoles, 12 de marzo de 2008

Obama gana las primarias de Mississippi


Tal como estaba previsto, Barack Obama ganó por un amplio margen las primarias del estado de Mississippi. Y tal como estaba previsto, el voto estuvo marcado por las líneas raciales: según las encuestas a boca de urna, el 91 % de la población negra votó por Obama (y un 9% por Hillary Clinton). La población blanca, en cambio, votó en un 72 % por la senadora Clinton, mientras que un 21 % votó por Obama. Sin embargo, al preguntarles a los votantes de Mississippi si la raza era un factor relevante en su decisión, sólo un 30 % contestó que si lo era. Y un 60 % de quienes dieron esa respuesta votaron por Obama. 

Obama ganó con un 60 por ciento de los votos, versus un 38 por ciento de Clinton. 

Ahora vienen seis semanas de campaña en Pennsylvania, estado que vota el 22 de abril y donde Hillary Clinton mantiene una cómoda ventaja en las encuestas. Obama tratará de estrechar la diferencia: aun cuando pierda, necesita no sólo mantenerse primero en la cantidad de delegados (algo con lo que puede contar), sino también en la cantidad de votos. Y en estados grandes como Pennsylvania ese conteo puede cambiar la posición relativa en ese ítem. Como las cosas están tan apretadas entre los Demócratas, Obama no puede darse el lujo de descuidar esa columna: puede ser un elemento para definir la nominación . 

martes, 11 de marzo de 2008

El estado de las cosas, antes de Mississippi


Así están las cosas en la carrera Demócrata (basándonos en el conteo de NBC). Barack Obama tiene 1.374 delegados. Hillary Clinton tiene 1.232 delegados. Es decir, Obama tiene 142 delegados más. (Para lograr la nominación necesitan 2.025).  Si vamos a un detalle: en cuanto a superdelegados, Obama tiene 215. Hillary Clinton, 254. Y aquí un dato importante: desde el SuperMartes del 5 de febrero, Obama ha sumado 45 superdelegados a sus filas. Clinton ha perdido a seis (que han juzgado que tienen que ir a donde va la preferencia de la gente. 

Más datos que le robo a NBC: En número de votos, Obama ha sumado hasta el momento 13.149.462, es decir, un 49% de las preferencias. Clinton tiene 12.550.508, que son un 47%. Es lo que se llama una "carrera ajustada". 

Es el terreno de partida para lo que viene, que pasa por dos líneas de discusión: Primero, la manera en que se decidirá el nominado Demócrata. Considerando que ninguno de los dos candidatos va a llegar a los 2.025 delegados, está claro que tiene que haber una negociación, un arreglo. ¿El que tenga más delegados? Ese tendría que ser Barack Obama. ¿El que tenga más votos? Esa podría terminar siendo Hillary Clinton, dada su ventaja en los estados más populares, y la ventaja que hasta el momento muestra en las encuestas de Pennsylvania, que vota el 22 de abril. ¿El que elijan los superdelegados? Bueno, ahí hay otra discusión: la campaña de Obama plantea que estos líderes partidarios (cerca de 800) deben votar por el candidato que tenga mayor cantidad de delegados elegidos, haciendo caso a la voluntad popular.  La campaña de Clinton dice que estos superdelegados tienen la misión de inclinar la balanza por el candidato que decidan que es más fuerte para las elecciones de noviembre. Y con la campaña del terror orquestada por la campaña de Hillary Clinton advirtiendo que si el mundo está en crisis Obama no estará a la altura de ser "comandante en jefe", eso de ser "más fuerte" esperan que sea un atributo de su candidata. 

Segunda discusión a la orden, de qué manera representar a los populosos estados de Michigan y Florida en el conteo. Ambos estados fueron castigados por el partido Demócrata por adelantar sus primarias sin permiso de la organización. Pero votaron igual. Y en ambos ganó Hillary Clinton, lo que era de esperarse considerando que, obedeciendo a la Convención Nacional Demócrata, Obama no se presentó en Michigan (su nombre no estaba en el voto) y no hizo ningún tipo de campaña en Florida. Con este nivel de disputa, esos estados pueden marcar la diferencia, y la campaña de Hillary Clinton lo sabe. Y están peleando porque ese voto sea considerado. Las alternativas que se han planteado son: repetir las primarias -que es muy caro-, hacer primarias con voto por correo -que es menos caro, pero menos confiable también-, dividir los delegados en partes iguales (lo que sería un triunfo gratis para la campaña de Obama, lo que no va a suceder) o dejar a los delegados que fueron elegidos (lo que sería un triunfo para Clinton, que corrió sola. Eso tampoco va a suceder). 

En medio, la muñeca de una campaña experimentada: Hillary Clinton primero y Bill Clinton después, mencionaron la posibilidad de que Barack Obama pueda ser el candidato a vicepresidente si Clinton es la nominada. "Sería una fórmula invencible", dijo el entusiasta Bill. Brillante movida: dar la sensación de que van a ganar inevitablemente, que son suficientemente abiertos y conciliadores como para ofrecer el puesto de vicepresidente a Obama y además cortejar a los partidarios del senador: voten por Hillary y llévese dos buenos candidatos por el precio de uno.

Obama y su candidatura han apuntado a un "pequeño" detalle: No sólo van ganando, sino que además en el caso de que terminen perdiendo no hay por qué asumir que aceptaría el puesto. "Con todo respeto; he ganado el doble de estados, he ganado más votos y he ganado más delegados", dijo Obama hoy lunes. No sé cómo alguien que está en segundo lugar puede ofrecer el puesto de vicepresidente a alguien que va primero". Además, dijo luego, "han pasado las últimas dos o tres semanas diciendo que no estoy listo para ser comandante en jefe. No entiendo. Si no estoy listo ¿cómo es que piensan que sería un tan buen vicepresidente?"

Hoy martes se realizan las primarias en Mississippi, donde se reparten 33 delegados. El favorito es Barack Obama, que no sólo necesita ganar: además tiene que capitalizar el triunfo para empezar a acortar distancias en Pennsylvania (22 de abril), donde las encuestas favorecen por una ventaja de casi 12 puntos a Hillary Clinton.