Como ha quedado claro a lo largo de estas primarias Demócratas, como quedó mucho más claro en Pennsylvania y como evidencian los últimos días de campaña enfrentando las primarias de hoy en Indiana y Carolina del Norte, en esta carrera los candidatos están recogiendo el apoyo de electorados muy distintos, aun cuando sean todos Demócratas (o independientes participando de las primarias Demócratas). La gente con menos ingresos y menos educación ha votado por Hillary, la gente con más ingresos y educación ha votado por Obama. Los mayores votan por Hillary; los jóvenes, por Obama. Más que divisiones étnicas (que las hay, con los afroamericanos alineados tras Obama y los latinos y los blancos en general votando por Hillary) o religiosas (los católicos votan por Clinton), estamos hablando de una gran división demográfica, principalmente definida por el cruce nivel económico-nivel de educación-edad.
David Brooks lo explicó en su columna del martes pasado en el New York Times: la demografía manda. "Hoy hay una masa educada. Quienes fueron a la universidad y quienes no fueron probablemente viven en pueblos distintos. Tienen tasas de divorcio distinta y diferentes maneras de criar a sus hijos. Quienes no fueron a la universidad no sólo ganan menos; fuman más, son más obesos y mueren más pronto", escribe Brooks. "Retailers, inmobiliarias y ejecutivos de televisión identifican y refuerzan estos grupos de estilos de vida. Hay más ofertas de nicho y menos experiencias comunes. La consecuente segmentación ha reformado la política", explica. "La elección de este año ha revelado una profunda brecha cultural dentro del Partido Demócrata".
Es una brecha de la que los adversarios de Obama están explotando a la caza del voto rural y el del trabajador de los centros industriales. La campaña de Hillary Clinton, por supuesto, explotando la acusación de que Obama es un elitista (por eso fue tan dañinos su propio comentarios sobre la gente que "se amarga y se aferra a las armas y la religión": reforzó exactamente esa narrativa), mientras ella se esfuerza en destacar que ama las armas, toma cerveza en jarro y juega bowling. También diversos candidatos Republicanos -compitiendo en elecciones locales- se han dado un festín con el "Obama elitista", que se enmarca convenientemente dentro de la lógica con que los Republicanos han enfrentado y presentado esta creciente diferenciación demográfica: la guerra cultural, donde los Demócratas representan a "las elites educadas", snobs, desconectados de la realidad del "pueblo americano" (sic). Ahora con el gentil auspicio de la campaña Clinton ven reforzada como nunca su narrativa.
La Hillary "representante del pueblo" ha encontrado una perfecta oportunidad para marcar ese perfil gracias a la última maniobra electoral para conquistar el voto trabajador de Indiana y Carolina del Norte: la suspensión temporal del impuesto a la gasolina. Como comenta John Dickerson en Slate (uno de muchos columnistas que han destacado el punto), economistas y especialistas de todo el espectro ideológico han dicho que es una mala idea, no sólo inútil (no se traducirá en beneficio de los consumidores), sino también dañina (porque puede aumentar el déficit presupuestario y alentar un comportamiento ambientalmente perjudicial). Dickerson destaca que además escritores, juntas editoriales y políticos como Michael Bloomberg, el gobernador de Nueva York David Paterson y la líder Demócrata Nancy Pelosi han hablado en contra de la iniciativa, que es original de un tal... John McCain.
Obama ha denunciado el "ofertón" como un barato truco político de última hora. Sin embargo, es muy posible ser que todas esas objeciones racionales tengan nula resonancia en el público objetivo de Hillary Clinton.
El domingo en "This Week", de ABC, a Clinton le pidieron que nombrara a UN economista que adhiriera a la idea de la suspensión temporal del impuesto a la gasolina. Traduciendo libremente, dijo "no voy a presentar mi caso a los economistas". Cuando el conductor del programa, George Stephanopoulos, le comentó las dudas con su plan presentadas por el columnista y autor Paul Krugman, Clinton dijo homologó a Krugman con la administración Bush y dijo que no escucharía a la gente que ha sido responsable por los últimos siete años de gobierno.
Esas intervenciones las destacó David Brooks en su columna de hoy en el New York Times, en la que comparó la aparición de Hillary en "This Week" (combativa, frontal, agresiva) con la de Obama en "Meet the press" (reflexivo, explicativo, diplomático). La columna se titula "Combate y compostura". Un contraste que, según Brooks, "define la carrera". "La posición de Hillary es que la política es por definición un negocio sucio", comenta. "El argumento implícito de Obama es que la política no tiene por qué ser así".
En sus apariciones públicas, Hillary ha dicho que Obama "no quiere que el dinero de las compañías petroleras llegue a los bolsillos de los trabajadores", y en su último aviso de campaña se pregunta "¿Qué le pasa a Barack Obama?". Luego contesta: "Él está atacando el plan de Hillary para darte un alivio en los precios de la gasolina porque él no tiene uno". (La campaña de Obama contestó con un aviso donde acusa a Hillary de recurrir a los ataques, ejemplificando con una cita del New York Times en que se dice que su campaña "ha tomado el camino bajo")
Esta mañana, Jonathan Mann de CNN fue a la legendaria pista de carreras de Indianápolis a preguntarle a la gente que estaba viendo las prácticas para las "500 millas" -en día hábil, hora hábil, todos blancos, los hombres sin polera, enrojeciendo con el sol- por quién votarían.
En esa mini encuesta informal ganó Hillary Clinton.
Esta noche veremos si Obama fue capaz de ganar parte de ese público.
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