Quién lo habría dicho. Se supone que la carrera Demócrata sería el choque del establishment del partido y de la tremenda, aceitada y aplastante maquinaria pesada de los Clinton contra la fuerza renovadora y desafiante del "outsider" Barack Obama. Y así partió, y muchos capítulos de esta historia se han escrito así, con Obama movilizando a gente -sobre todo jóvenes- que no solía participar, e imponiendo con rotundo éxito el modelo de financiamiento de "muchos donantes pequeños" versus los no-tantos donantes millonarios de Hillary. Todo eso es verdad, pero la dinámica de las cosas ha ido cambiando en las últimas semanas. Tanto, que ahora parece ser Obama el candidato del establishment del partido, y Hillary la que pretende desafiarlo a punta de victorias electorales significativas.
Después de su victoria en Pennsylvania, Hillary Clinton dejó claro que seguiría en carrera. Su oportuno anuncio del récord de donaciones online esa noche espantó -al menos por un rato- el fantasma de la bancarrota (aunque, como escribió Kenneth P. Vogel en Politico.com, era un dato que generó muchas suspicacias pero era imposible de verificar de manera independiente). Si bien los principales objetivos del mensaje de la senadora son los superdelegados que tendrán que definir quién será el nominado para las elecciones de noviembre, su repunte en las encuestas y sus perspectivas en las primarias que vienen, combinado con problemas potencialmente tan dañinos para Obama como el episodio del Reverendo Wright, podría transformarse en su mejor aval para rentabilizar aquello que llaman "momentum", el vuelo, la imagen de triunfo y la cobertura de los medios en ese sentido. Al apoyo que ha ganado de figuras tan relevantes como el gobernador de North Carolina, Mike Easley se ha sumado ahora el apoyo editorial del periódico Indianapolis Star.
Obama, por su parte, ha visto cómo su liderazgo en las encuestas nacionales ha desaparecido (ahora sólo gana por menos que el margen de error), cómo su ventaja sobre Hillary Clinton en North Carolina se estrecha (de 15 a 7 puntos) y, peor, cómo su empate en Indiana ahora se ha transformado en una desventaja de seis puntos bajo la senadora Clinton.
Y sin embargo los superdelegados parecen seguir inclinándose más por Obama que por Clinton. Como reportan Adam Nagourney y Carl Hulse en el New York Times, Obama ha ido ganando el favor de los superdelegados a un mejor ritmo que la senadora Clinton, básicamente porque éstos parecen más convencidos de que deben acatar la decisión de los votantes expresadas en número de delegados elegidos ganados al final de las primarias. Y en eso el liderazgo de Obama es prácticamente incontrarrestable. Como explica el gerente de la campaña del senador, David Plouffe, en la misma nota, si en lo que queda de primarias Hillary ganara el 55 por ciento de los delegados que quedan por elegir, igual necesitaría el apoyo de dos tercios de los superdelegados que aun no se definen para alcanzar el número mágico (2.025) para ser electa. La campaña de Clinton no disputó esa afirmación. Y el superdelegado aún indeciso Chris Redfern, de Ohio, lo dijo más claramente (anoten): "Esto es sobre los números y los números son los números", dijo. "Y el senador Obama va ganando".
A esto se suman casos tan visibles como el de Joe Andrew, un ex líder partidario designado en su momento por Bill Clinton y quien estaba apoyando a Hillary, anunció que había cambiado de opinión y ahora apoyaría a Obama. Al día siguiente, otro superdelegado y ex líder del partido, Paul Kirk, se subió al carro de Obama. Y según reportó Politico.com, en el congreso hay "docenas" de superdelegados esperando el momento oportuno para exteriorizar lo que ya decidieron: su apoyo a Barack Obama. En la campaña de Hillary, por supuesto, no dan las cosas por perdidas y apuestan a un cambio de opinión. El problema que tienen es que los únicos que han cambiado de opinión lo han hecho en sentido contrario.
Hoy, el senador realizó una conferencia de prensa a la salida de una reunión con contribuyentes de todo el país en Indianapolis. "Obviamente, hemos tenido que luchar a lo largo de la semana pasada con un montón de ruido. Es un hecho", comentó. Luego dijo que los votantes no querían drama, querían soluciones. Según Jeff Zeleny en el blog del New York Times, algunos de sus colaboradores andaban con poleras con la leyenda "Stop the drama. Vote Obama".
Mientras Hillary sigue creciendo en las encuestas en Indiana y North Carolina con vista a las primarias de este martes 6 de mayo, Obama libra su propia batalla en los pasillos por donde pasan -o desde donde escuchan- los superdelegados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario