O, como tituló ayer Politico.com: "Hillary no se rinde; a Obama no le importa".
Todos esos son cálculos que no consideran los resultados en los penalizados estados de Florida y Michigan, dato al que se está aferrando la campaña de Hillary Clinton para anunciar que seguirán en pelea por lo menos hasta el fin de las primarias el 3 de junio, o, como lo dijo ayer la candidata "hasta que haya un nominado". El cálculo es que si se sumaran los delegados de esos dos estados, el número necesario para declararse vencedor subiría a 1.784, cifra que Obama no tendría para el 20 de mayo.
Así que marquen la fecha: el 20 de mayo la campaña de Clinton denunciará que Obama se ha declarado vencedor sin haber vencido. Todavía.
Ayer, como era de esperarse, toda la presión estuvo puesta sobre la campaña de Hillary Clinton, quien llegó a West Virginia -donde votan el próximo martes y ella es favorita- advirtiendo que la carrera no se había terminado.
Según Lawrence O'Donell en el Huffington Post, un alto personero de la campaña de Hillary le dijo que ella renunciaría oficialmente el 15 de junio. Por qué mencionó esa fecha es un misterio, pero de ser cierto por lo menos significaría que la senadora no pretende hacer el ridículo de llegar peleando a la Convención Nacional Demócrata, que se realiza a fines de agosto.
Paralelamente, el superdelegado, ex senador y ex candidato presidencial (en 1972: acá está la crónica de esa difícil nominación escrita por nuestro amigo el Vasco en Nashville) George McGovern, anunció que ya no apoyaría a Hillary Clinton -como lo estaba haciendo-, sino que apoyaría a Obama. Y llamó a la candidata a deponer su candidatura. Y también ayer otros cuatro superdelegados que permanecían indecisos declararon su apoyo a Obama.
Anoche Barack Obama viajó a Washington D.C. para participar en una sesión del senado y, muy importante, para reunirse con un montón de gente importante. O sea, superdelegados.
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