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viernes, 9 de mayo de 2008

Obama tiene más superdelegados


Por primera vez en la carrera Demócrata, Barack Obama ha pasado a liderar el conteo de superdelegados, los líderes del partido que deberán tomar la decisión final sobre quién será el nominado si ninguno de los dos en carrera alcanza el número requerido de delegados elegidos para asegurar su nominación automática.

Esto según el conteo de ABC News, que sumó los dos superdelegados que esta mañana declararon su apoyo a Obama. El senador pasó a la delantera con 267 superdelegados contra los 265 de Hillary Clinton. Cada medio tiene conteos distintos, porque están basados en proyecciones, pero el liderazgo de Obama en este ítem era algo que parecía inevitable después de su decisivo triunfo el martes pasado. 
El 5 de febrero, fecha del SuperMartes original, Hillary Clinton estaba arriba por 60 superdelegados. Cómo cambiaron las cosas. 

(Foto: New York Times)

jueves, 8 de mayo de 2008

Obama ya es el candidato; Hillary no lo asume


O, como tituló ayer Politico.com: "Hillary no se rinde; a Obama no le importa". 

Marquen la fecha: el martes 20 de mayo, después de ganar las primarias de Oregon, Barack Obama subirá al podio para pronunciar el que debería ser un discurso histórico. Según informa hoy David Paul Kuhn en Politico.com, esa es la ocasión escogida para que Obama se proclame el candidato vencedor en las primarias Demócratas. Para entonces, aun cuando no hayan llegado al "número mágico" de 2.025 delegados para ganar la nominación, la campaña de Obama habrá alcanzado la mayoría irremontable de 1.627 (de un total de 3.253) y será oficialmente la triunfadora en número de delegados y más votos populares. 

Todos esos son cálculos que no consideran los resultados en los penalizados estados de Florida y Michigan, dato al que se está aferrando la campaña de Hillary Clinton para anunciar que seguirán en pelea por lo menos hasta el fin de las primarias el 3 de junio, o, como lo dijo ayer la candidata "hasta que haya un nominado". El cálculo es que si se sumaran los delegados de esos dos estados, el número necesario para declararse vencedor subiría a 1.784, cifra que Obama no tendría para el 20 de mayo. 

Así que marquen la fecha: el 20 de mayo la campaña de Clinton denunciará que Obama se ha declarado vencedor sin haber vencido. Todavía. 

Ayer, como era de esperarse, toda la presión estuvo puesta sobre la campaña de Hillary Clinton, quien llegó a West Virginia -donde votan el próximo martes y ella es favorita- advirtiendo que la carrera no se había terminado.  

Según Lawrence O'Donell en el Huffington Post, un alto personero de la campaña de Hillary le dijo que ella renunciaría oficialmente el 15 de junio. Por qué mencionó esa fecha es un misterio, pero de ser cierto por lo menos significaría que la senadora no pretende hacer el ridículo de llegar peleando a la Convención Nacional Demócrata, que se realiza a fines de agosto. 

Paralelamente, el superdelegado, ex senador y ex candidato presidencial (en 1972: acá está la crónica de esa difícil nominación escrita por nuestro amigo el Vasco en Nashville) George McGovern, anunció que ya no apoyaría a Hillary Clinton -como lo estaba haciendo-, sino que apoyaría a Obama. Y llamó a la candidata a deponer su candidatura. Y también ayer otros cuatro superdelegados que permanecían indecisos declararon su apoyo a Obama. 

Anoche Barack Obama viajó a Washington D.C. para participar en una sesión del senado y, muy importante, para reunirse con un montón de gente importante. O sea, superdelegados

miércoles, 7 de mayo de 2008

Hillary Clinton se vuelve a prestar dinero


Le faltan las "tres M", como destaca el Huffington Post (un blog muy pro-Obama): Math, Money and Momentum
En las matemáticas, lo sabemos hace rato, no tiene ninguna posibilidad, aun haciendo valer las elecciones de Michigan y Florida (una causa que hoy sus partidarios han retomado con fuerza). En "momentum", qué decir, hoy la prensa está hablando de la nominación de Obama como algo prácticamente seguro (los más conservadores). 
Y en cuanto a "money", hoy se reveló con mayor precisión lo que anoche era un rumor no desmentido por la campaña: Que Hillary Clinton volvió a prestarse dinero para financiar su campaña del último mes. Fueron 6 millones de dólares

En contraste, Obama recaudó 10 millones de dólares después de su derrota en Pennsylvania el 22 de abril, y en sus campañas de Indiana y Carolina del norte gastó 7 millones. Hillary gastó 4. 

Toda esta información, además, da mayor respaldo a las suspicacias sobre el supuesto milagro económico de Hillary Clinton la noche de su triunfo en Pennsylvania, cuando su campaña anunció que había recaudado 10 millones en sólo horas. Derechamente una mentira. 
Antes Hillary Clinton ya se había prestado 5 millones de dólares. Terry McAuliffe, el director de la campaña, dijo hoy que la senadora estaba dispuesta a seguir poniendo sus recursos para seguir en campaña. 


¿Cómo le va a caer esto a los superdelegados? Apuesto a que lo sabremos dentro de muy poco

Les regalo la portada del New York Post, un diario muy lejano a mi devoción, y del Huffington Post de esta hora. 





viernes, 2 de mayo de 2008

Dos campos de batalla

Quién lo habría dicho. Se supone que la carrera Demócrata sería el choque del establishment del partido y de la tremenda, aceitada y aplastante maquinaria pesada de los Clinton contra la fuerza renovadora y desafiante del "outsider" Barack Obama. Y así partió, y muchos capítulos de esta historia se han escrito así, con Obama movilizando a gente -sobre todo jóvenes- que no solía participar, e imponiendo con rotundo éxito el modelo de financiamiento de "muchos donantes pequeños" versus los no-tantos donantes millonarios de Hillary. Todo eso es verdad, pero la dinámica de las cosas ha ido cambiando en las últimas semanas. Tanto, que ahora parece ser Obama el candidato del establishment del partido, y Hillary la que pretende desafiarlo a punta de victorias electorales significativas. 

Después de su victoria en Pennsylvania, Hillary Clinton dejó claro que seguiría en carrera. Su oportuno anuncio del récord de donaciones online esa noche espantó -al menos por un rato- el fantasma de la bancarrota (aunque, como escribió Kenneth P. Vogel en Politico.com, era un dato que generó muchas suspicacias pero era imposible de verificar de manera independiente). Si bien los principales objetivos del mensaje de la senadora son los superdelegados que tendrán que definir quién será el nominado para las elecciones de noviembre, su repunte en las encuestas y sus perspectivas en las primarias que vienen, combinado con problemas potencialmente tan dañinos para Obama como el episodio del Reverendo Wright, podría transformarse en su mejor aval para rentabilizar aquello que llaman "momentum", el vuelo, la imagen de triunfo y la cobertura de los medios en ese sentido. Al apoyo que ha ganado de figuras tan relevantes como el gobernador de North Carolina, Mike Easley se ha sumado ahora el apoyo editorial del periódico Indianapolis Star

Obama, por su parte, ha visto cómo su liderazgo en las encuestas nacionales ha desaparecido (ahora sólo gana por menos que el margen de error), cómo su ventaja sobre Hillary Clinton en North Carolina se estrecha (de 15 a 7 puntos) y, peor, cómo su empate en Indiana ahora se ha transformado en una desventaja de seis puntos bajo la senadora Clinton.  
Y sin embargo los superdelegados parecen seguir inclinándose más por Obama que por Clinton. Como reportan Adam Nagourney y Carl Hulse en el New York Times, Obama ha ido ganando el favor de los superdelegados a un mejor ritmo que la senadora Clinton, básicamente porque éstos parecen más convencidos de que deben acatar la decisión de los votantes expresadas en número de delegados elegidos ganados al final de las primarias. Y en eso el liderazgo de Obama es prácticamente incontrarrestable. Como explica el gerente de la campaña del senador, David Plouffe, en la misma nota, si en lo que queda de primarias Hillary ganara el 55 por ciento de los delegados que quedan por elegir, igual necesitaría el apoyo de dos tercios de los superdelegados que aun no se definen para alcanzar el número mágico (2.025) para ser electa. La campaña de Clinton no disputó esa afirmación. Y el superdelegado aún indeciso Chris Redfern, de Ohio, lo dijo más claramente (anoten): "Esto es sobre los números y los números son los números", dijo.  "Y el senador Obama va ganando". 

A esto se suman casos tan visibles como el de Joe Andrew, un ex líder partidario designado en su momento por Bill Clinton y quien estaba apoyando a Hillary, anunció que había cambiado de opinión y ahora apoyaría a Obama. Al día siguiente, otro superdelegado y ex líder del partido, Paul Kirk, se subió al carro de Obama.  Y según reportó Politico.com, en el congreso hay "docenas" de superdelegados esperando el momento oportuno para exteriorizar lo que ya decidieron: su apoyo a Barack Obama. En la campaña de Hillary, por supuesto, no dan las cosas por perdidas y apuestan a un cambio de opinión. El problema que tienen es que los únicos que han cambiado de opinión lo han hecho en sentido contrario. 

Hoy, el senador realizó una conferencia de prensa a la salida de una reunión con contribuyentes de todo el país en Indianapolis. "Obviamente, hemos tenido que luchar a lo largo de la semana pasada con un montón de ruido. Es un hecho", comentó. Luego dijo que los votantes no querían drama, querían soluciones. Según Jeff Zeleny en el blog del New York Times, algunos de sus colaboradores andaban con poleras con la leyenda "Stop the drama. Vote Obama"

Mientras Hillary sigue creciendo en las encuestas en Indiana y North Carolina con vista a las primarias de este martes 6 de mayo, Obama libra su propia batalla en los pasillos por donde pasan -o desde donde escuchan- los superdelegados. 

jueves, 3 de abril de 2008

La persistencia de Hillary y la preocupación Demócrata


Hillary se comparó con Rocky porque no se da por vencida. (Gracias,blog 23/6,por el montaje fotográfico y por su título: "¿Acaso Hillary cree que Obama se parece a Apollo Creed?

Chistes aparte, la prolongación de la batalla en el partido Demócrata tiene a buena parte de sus militantes y simpatizantes preocupados del daño que podría significar para sus opciones en la elección presidencial de noviembre. Una carrera que debería ser fácil dada la baja popularidad del presidente Bush, ahora amenaza con complicarse entre la fortaleza de John McCain con el electorado independiente y la que algunos califican como autodestructiva lucha interna Demócrata.

De ahí la agitación al interior del partido, donde algunos ven con preocupación que el presidente de la Convención Nacional Demócrata, Howard Dean, no está haciendo lo suficiente para terminar con el show de una buena vez o por lo menos para establecer un "plan de salida" que les permita concentrarse en la campaña contra McCain (Dean les pidió a los superdelegados que dejaran las cosas resueltas para el 1 de julio, aun cuando Hillary Clinton ha repetido que seguirá luchando hasta la mismísima convención, a fines de agosto). De ahí las presiones hacia Hillary Clinton para que desista ante la verdad de las cifras.

(Algunos, como Katharine Seelye en esta nota del New York Times, plantean que la persistencia de Clinton puede ayudar al candidato Demócrata -dígase Obama- a la larga. En la misma nota, Seelye destaca que Hillary puede beneficiarse de estas presiones si logra repetir un escenario como el de New Hampshire: "todos están contra mí, yo les mostraré que soy fuerte y puedo volver en gloria y majestad". En el blog de The New Republic, Noam Scheiber disputa la noción de que una lucha extendida pueda ser beneficiosa. Podría no ser dañina, pero beneficiosa en ningún caso, plantea).

De ahí también que cada apoyo público de un superdelegado a Barack Obama sea leído como un intento por apurar la resolución de las cosas. Esta semana, el muy prestigioso congresista Lee Hamilton le dio su apoyo, particularmente importante por las credenciales en política internacional de Hamilton, quien fue vicepresidente del Grupo de Estudio de Irak (la comisión Baker-Hamilton). Como nos recuerda, otra vez, Noam Scheiber de TNR, aun cuando los principales asesores de Hamilton ya estaban trabajando para Obama, él mismo había dicho que no iba a apoyar a ningún candidato en las primarias. Claramente cambió de opinión. (Un detalle: Hamilton es representante de Indiana, estado que vota el 6 de mayo).

Otro que cambió su opinión, de una manera que al parecer fue bastante "dolorosa" para los Clinton, fue Bill Richardson, el gobernador de New Mexico, ex candidato presidencial, ex miembro del gabinete de Bill Clinton y ahora importante superdelegado Demócrata. Según se quejó enérgicamente Bill Clinton ante un grupo de superdelegados, Richardson le dijo cinco veces en su cara que no apoyaría a Obama. Richardson dijo ayer que eso nunca pasó: "nunca vi cinco veces a Bill Clinton, sólo lo vi cuando nos juntamos a ver el SuperBowl".

En todo este round Clinton-Richardson, hay un recuento que podría ser revelador de la opinión o de la estrategia (según qué tan mal pensado pueda ser uno) de los Clinton. Según informa el jefe de la oficina de Washington de ABC News, George Stephanopoulos -un hombre, por decir lo menos, con muy buenas fuentes, dado que trabajó para Bill Clinton como asesor en la campaña del 92 y luego como director de comunicaciones de su gobierno-, el ex presidente fue bastante enfático en una reunión antes de que Richardson decidiera apoyar a Obama. Directamente le dijo a Bill Richardson que Obama no ganaría en la elección general. "No puede ganar, Bill. No puede ganar".

¿Es una amenaza de "los Clinton o nada" o una legítima preocupación por las opciones Demócratas frente a John McCain?

martes, 11 de marzo de 2008

El estado de las cosas, antes de Mississippi


Así están las cosas en la carrera Demócrata (basándonos en el conteo de NBC). Barack Obama tiene 1.374 delegados. Hillary Clinton tiene 1.232 delegados. Es decir, Obama tiene 142 delegados más. (Para lograr la nominación necesitan 2.025).  Si vamos a un detalle: en cuanto a superdelegados, Obama tiene 215. Hillary Clinton, 254. Y aquí un dato importante: desde el SuperMartes del 5 de febrero, Obama ha sumado 45 superdelegados a sus filas. Clinton ha perdido a seis (que han juzgado que tienen que ir a donde va la preferencia de la gente. 

Más datos que le robo a NBC: En número de votos, Obama ha sumado hasta el momento 13.149.462, es decir, un 49% de las preferencias. Clinton tiene 12.550.508, que son un 47%. Es lo que se llama una "carrera ajustada". 

Es el terreno de partida para lo que viene, que pasa por dos líneas de discusión: Primero, la manera en que se decidirá el nominado Demócrata. Considerando que ninguno de los dos candidatos va a llegar a los 2.025 delegados, está claro que tiene que haber una negociación, un arreglo. ¿El que tenga más delegados? Ese tendría que ser Barack Obama. ¿El que tenga más votos? Esa podría terminar siendo Hillary Clinton, dada su ventaja en los estados más populares, y la ventaja que hasta el momento muestra en las encuestas de Pennsylvania, que vota el 22 de abril. ¿El que elijan los superdelegados? Bueno, ahí hay otra discusión: la campaña de Obama plantea que estos líderes partidarios (cerca de 800) deben votar por el candidato que tenga mayor cantidad de delegados elegidos, haciendo caso a la voluntad popular.  La campaña de Clinton dice que estos superdelegados tienen la misión de inclinar la balanza por el candidato que decidan que es más fuerte para las elecciones de noviembre. Y con la campaña del terror orquestada por la campaña de Hillary Clinton advirtiendo que si el mundo está en crisis Obama no estará a la altura de ser "comandante en jefe", eso de ser "más fuerte" esperan que sea un atributo de su candidata. 

Segunda discusión a la orden, de qué manera representar a los populosos estados de Michigan y Florida en el conteo. Ambos estados fueron castigados por el partido Demócrata por adelantar sus primarias sin permiso de la organización. Pero votaron igual. Y en ambos ganó Hillary Clinton, lo que era de esperarse considerando que, obedeciendo a la Convención Nacional Demócrata, Obama no se presentó en Michigan (su nombre no estaba en el voto) y no hizo ningún tipo de campaña en Florida. Con este nivel de disputa, esos estados pueden marcar la diferencia, y la campaña de Hillary Clinton lo sabe. Y están peleando porque ese voto sea considerado. Las alternativas que se han planteado son: repetir las primarias -que es muy caro-, hacer primarias con voto por correo -que es menos caro, pero menos confiable también-, dividir los delegados en partes iguales (lo que sería un triunfo gratis para la campaña de Obama, lo que no va a suceder) o dejar a los delegados que fueron elegidos (lo que sería un triunfo para Clinton, que corrió sola. Eso tampoco va a suceder). 

En medio, la muñeca de una campaña experimentada: Hillary Clinton primero y Bill Clinton después, mencionaron la posibilidad de que Barack Obama pueda ser el candidato a vicepresidente si Clinton es la nominada. "Sería una fórmula invencible", dijo el entusiasta Bill. Brillante movida: dar la sensación de que van a ganar inevitablemente, que son suficientemente abiertos y conciliadores como para ofrecer el puesto de vicepresidente a Obama y además cortejar a los partidarios del senador: voten por Hillary y llévese dos buenos candidatos por el precio de uno.

Obama y su candidatura han apuntado a un "pequeño" detalle: No sólo van ganando, sino que además en el caso de que terminen perdiendo no hay por qué asumir que aceptaría el puesto. "Con todo respeto; he ganado el doble de estados, he ganado más votos y he ganado más delegados", dijo Obama hoy lunes. No sé cómo alguien que está en segundo lugar puede ofrecer el puesto de vicepresidente a alguien que va primero". Además, dijo luego, "han pasado las últimas dos o tres semanas diciendo que no estoy listo para ser comandante en jefe. No entiendo. Si no estoy listo ¿cómo es que piensan que sería un tan buen vicepresidente?"

Hoy martes se realizan las primarias en Mississippi, donde se reparten 33 delegados. El favorito es Barack Obama, que no sólo necesita ganar: además tiene que capitalizar el triunfo para empezar a acortar distancias en Pennsylvania (22 de abril), donde las encuestas favorecen por una ventaja de casi 12 puntos a Hillary Clinton. 

domingo, 17 de febrero de 2008

¿Puede el Premio Nobel lograr la Paz?


Ya estoy de regreso a mi estación de trabajo después de un viaje profesional por otras latitudes. Mis disculpas por el obligado silencio y mis agradecimientos por volver a sintonizar factor20008
El título, por supuesto (que pudo ser "Una película Gore", o "El premio Gore-do", o "El pacificador"), se refiere a Al Gore, el supra-Demócrata, ganador del Premio Nobel de la Paz por denunciar con fuerza el calentamiento global y quien ahora tiene otro problema entre manos con un calentamiento progresivo: la carrera Demócrata por la nominación del partido. 
Como se habrán enterado, en esta semana pasaron cosas importantes en las primarias de ese partido, que podemos resumir en una frase: Barack Obama lo ganó todo. Como resultado, ahora Obama lidera la carrera Demócrata, aunque por un margen estrecho. Y si antes se hablaba mucho de los delegados, ahora toda la atención -y la tensión- está puesta sobre los superdelegados, que son los delegados que pertenecen a la estructura del partido, una especie de consejo de ancianos que admite también entre sus filas a gente post-púber con un currículum de "insider" del partido (el otro día en CNN Anderson Cooper entrevistó a un superdelegado de ¡21 años!).  
En corto, se supone que en una situación tan estrecha como esta, donde es muy posible que ninguno de los dos candidatos termine las primarias con los 2025 delegados que se requieren para asegurar la nominación (y por lo tanto convertir la convención Demócrata de agosto en una lluvia de globitos azules y rojos sobre el o la nominado-a), los superdelegados, como representantes del partido -y que ya están contando en la suma de uno y otro candidato- deben desequilibrar la balanza. ¿Cómo lo deben hacer? Ja. Esa es la pregunta que tiene a las campañas peleando. Si le preguntan a la campaña de Hillary Clinton, los superdelegados deben votar por el o la candidata para la cual fueron elegidos -aun cuando ellos son por definición libres de votar por quien quieran. Claro, Clinton lidera cómodamente el conteo de superdelegados en sus filas. (Aunque uno muy prominente, el representante John Lewis,  ya anunció que votaría por Obama). 
Si le preguntan a la campaña de Barack Obama, los superdelegados no pueden distorsionar -o sea, producir un resultado distinto- que lo expresado en el voto popular, representado en la cantidad de delegados-a-secas elegidos proporcionalmente. Claro, Obama lidera cómodamente el conteo de delegados "rasos". 
Entre medio, a los superdelegados -que son cerca de 800- los llaman varias veces, todos los días, para pedirles que se plieguen a una u otra campaña. Y ellos, en vista del bastante probable escenario de que las primarias terminen sin haber elegido un candidato, ya están tratando de ponerse de acuerdo. 
Y ahí es donde entra en escena... ¡Chachán! Gore, Al Gore. El hombre Nobel es un superdelegado, por supuesto, y dado que el que solía ser el Demócrata líder espiritual, Bill Clinton, está convertido en un guerrillero de batalla peleando por la opción presidencial de su dulce esposa, Gore, Al Gore, tiene que hacerse cargo. Y ahí está, tratando de conciliar a las partes, conversando mucho y felicitándose de no haber apoyado públicamente a ninguno de los candidatos. La preocupación principal, por supuesto, es evitar que la guerra se torne tan sucia -o simplemente tan peleada- que ponga en peligro la opción Demócrata para ganar las elecciones generales en noviembre, sobre todo ahora que los Republicanos ya tienen clara -aunque no oficialmente- su carta. 
Este martes la carrera sigue en Wisconsin, estado para el que el favorito es Barack Obama, aunque su margen de ventaja en las encuestas es estrecho: apenas cuatro puntos en promedio. De todas formas ya está escrito el libreto: Hillary Clinton está jugando a que no le importa mucho Wisconsin, de manera que perdiendo por poco o ganando -que también es posible- puede hablar de un excelente resultado (tratando de parar el "momentum" de Obama, que viene en racha) en vistas de los estados que realmente le importan: Texas y Ohio, que votan el 4 de marzo y donde la senadora tiene una amplia, muy amplia ventaja.