jueves, 3 de abril de 2008

La persistencia de Hillary y la preocupación Demócrata


Hillary se comparó con Rocky porque no se da por vencida. (Gracias,blog 23/6,por el montaje fotográfico y por su título: "¿Acaso Hillary cree que Obama se parece a Apollo Creed?

Chistes aparte, la prolongación de la batalla en el partido Demócrata tiene a buena parte de sus militantes y simpatizantes preocupados del daño que podría significar para sus opciones en la elección presidencial de noviembre. Una carrera que debería ser fácil dada la baja popularidad del presidente Bush, ahora amenaza con complicarse entre la fortaleza de John McCain con el electorado independiente y la que algunos califican como autodestructiva lucha interna Demócrata.

De ahí la agitación al interior del partido, donde algunos ven con preocupación que el presidente de la Convención Nacional Demócrata, Howard Dean, no está haciendo lo suficiente para terminar con el show de una buena vez o por lo menos para establecer un "plan de salida" que les permita concentrarse en la campaña contra McCain (Dean les pidió a los superdelegados que dejaran las cosas resueltas para el 1 de julio, aun cuando Hillary Clinton ha repetido que seguirá luchando hasta la mismísima convención, a fines de agosto). De ahí las presiones hacia Hillary Clinton para que desista ante la verdad de las cifras.

(Algunos, como Katharine Seelye en esta nota del New York Times, plantean que la persistencia de Clinton puede ayudar al candidato Demócrata -dígase Obama- a la larga. En la misma nota, Seelye destaca que Hillary puede beneficiarse de estas presiones si logra repetir un escenario como el de New Hampshire: "todos están contra mí, yo les mostraré que soy fuerte y puedo volver en gloria y majestad". En el blog de The New Republic, Noam Scheiber disputa la noción de que una lucha extendida pueda ser beneficiosa. Podría no ser dañina, pero beneficiosa en ningún caso, plantea).

De ahí también que cada apoyo público de un superdelegado a Barack Obama sea leído como un intento por apurar la resolución de las cosas. Esta semana, el muy prestigioso congresista Lee Hamilton le dio su apoyo, particularmente importante por las credenciales en política internacional de Hamilton, quien fue vicepresidente del Grupo de Estudio de Irak (la comisión Baker-Hamilton). Como nos recuerda, otra vez, Noam Scheiber de TNR, aun cuando los principales asesores de Hamilton ya estaban trabajando para Obama, él mismo había dicho que no iba a apoyar a ningún candidato en las primarias. Claramente cambió de opinión. (Un detalle: Hamilton es representante de Indiana, estado que vota el 6 de mayo).

Otro que cambió su opinión, de una manera que al parecer fue bastante "dolorosa" para los Clinton, fue Bill Richardson, el gobernador de New Mexico, ex candidato presidencial, ex miembro del gabinete de Bill Clinton y ahora importante superdelegado Demócrata. Según se quejó enérgicamente Bill Clinton ante un grupo de superdelegados, Richardson le dijo cinco veces en su cara que no apoyaría a Obama. Richardson dijo ayer que eso nunca pasó: "nunca vi cinco veces a Bill Clinton, sólo lo vi cuando nos juntamos a ver el SuperBowl".

En todo este round Clinton-Richardson, hay un recuento que podría ser revelador de la opinión o de la estrategia (según qué tan mal pensado pueda ser uno) de los Clinton. Según informa el jefe de la oficina de Washington de ABC News, George Stephanopoulos -un hombre, por decir lo menos, con muy buenas fuentes, dado que trabajó para Bill Clinton como asesor en la campaña del 92 y luego como director de comunicaciones de su gobierno-, el ex presidente fue bastante enfático en una reunión antes de que Richardson decidiera apoyar a Obama. Directamente le dijo a Bill Richardson que Obama no ganaría en la elección general. "No puede ganar, Bill. No puede ganar".

¿Es una amenaza de "los Clinton o nada" o una legítima preocupación por las opciones Demócratas frente a John McCain?

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