jueves, 10 de enero de 2008

John Kerry y la sábana corta de Obama


¿Puede un candidato promoverse como una alternativa a los centros y circuitos de poder de Washington y a la vez tener posibilidades ser el candidato presidencial de uno de los partidos que controlan ese poder? 
Barack Obama apuesta a que sí. Pero es una apuesta complicada: cada maniobra que hace para conquistar a los votantes -y, casi tan importante, donantes- tradicionales (maniobras que necesita hacer si quiere tener una posibilidad cierta) puede dejarlo mal con aquellos votantes que creen en su calidad de "outsider". Lo mismo al revés: cuando grita "cambio" y promete el fin de los privilegios de los peces gordos para apelar a los jóvenes y los votantes que se consideran anti-establishment, puede espantar a los votantes y donantes tradicionales. Es una sábana corta: taparse la cabeza implica destaparse los pies. 
Hasta ahora Obama ha sido extraordinariamente exitoso en ese complicado equilibrio. Aunque Hillary Clinton ha apuntado las "inconsistencias" entre su discurso y su proceder -"él es otro político tradicional", ha dicho- Obama ha logrado evitar ser visto como un hipócrita inconsecuente. No está mal hacer notar, en todo caso, que si Obama no hubiera logrado conquistar a las grandes chequeras Demócratas no estaría disputando la nominación ahora: no puede decir que es un "outsider", y él lo sabe.  
En las últimas semanas ha debido tener más cuidado en la ecualización de su música de cambio-amable. Por ejemplo, cuando en Iowa, por ejemplo, se comentó que el gobernador de Nuevo México Bill Richardson había pedido a sus votantes que en el caso de que no resultara "viable" (que no consiguiera el 15 por ciento de los votos en los respectivos lugares de "caucus") apoyaran a Obama, tanto él como el senador afroamericano negaron la existencia de un arreglo. Obama ha tenido cuidado en no pelearse con sus competidores en la primaria Demócrata -excepto por Hillary, por supuesto-, pero una cosa es no pelearse y la otra es mostrarse como "uno más". 
Era más fácil ser más radical en ese discurso tras ganar Iowa que tras perder New Hampshire: el triunfo de Hillary le recordó a Obama que sumar jovencitos entusiastas del college no es suficiente en una primaria. En su discurso del martes en la noche (otra inspirada clase magistral de oratoria, dicho sea de paso), Obama subrayó el punto en el que había estado trabajando: el cambio no implica conflicto, implica incluirlos a todos. Y "todos" incluye también a los tradicionales y los poderosos. Habló, por ejemplo, de recordarles a la industria de los seguros de salud que "aunque estarán invitados a la mesa, no podrán ser dueños de todos los asientos". 
En su acercamiento a los votantes y donantes tradicionales Demócratas, el entusiasta apoyo público de John Kerry, el candidato del partido en 2004 (o sea, el ganador de las últimas primarias Demócratas) puede ser clave. Kerry es un hombre respetado, popular y que al apoyarlo a él ha dejado de apoyar a John Edwards, su competencia en 2004 pero también su compañero de fórmula en la elección general de ese año, que perdieron contra el presidente Bush. Quizás con Kerry al lado la historia habría sido distinta en New Hampshire. Pero con Nevada en vista -y con todos los estados que vienen después-, el viejo y tradicional Kerry no puede ser un mal compañero de ruta. El apoyo público de importantes sindicatos en Las Vegas, además, puede ayudarle por el otro extremo de la sábana. 
Ayer se supo -aunque no se ha hecho el anuncio oficial- que Bill Richardson va a dejar la carrera. ¿A quién va a apoyar? Hay que esperar y ver. 

No hay comentarios: