En el debate de MSNBC del martes en la noche en Nevada, los tres tenores de la carrera Demócrata -Hillary, Clinton y el otro tipo- cantaron casi al unísono. Conscientes de que la escaramuza verbal basada en el tema de la raza se les estaba escapando de las manos, de que estaban entrando en descalificaciones demasiado amargas y que podían estar trabajando para los Republicanos al presentarse tan irreconciliables, Hillary Clinton y Barack Obama habían llamado, por separado, a un cese del fuego en torno al tema, coincidiendo con frases del tipo "todos queremos lo mejor para el país", o "tenemos muchas cosas en común, no dudo de sus méritos", etcétera. Como tan poéticamente lo describió Roger Simon en The Politico, "la mantequilla se rehusaba a derretirse en sus bocas" (con lo que supongo que se refería a que a nadie se le calentó la lengua). Las divergencias afloraron con temas como el terrorismo (Obama acusó a Hillary de usar el miedo a los ataques terroristas como un arma para ganar votos y la senadora Clinton respondió, sonando muy Republicana, que con el terrorismo no se podía bajar la guardia ni un instante) y la manera correcta de salir de Irak (Edwards acusó a Obama de poco honesto al explicar su salida).
Con la tregua entre las campañas en el tema racial, las críticas y discursos de Hillary, Obama y "the other guy" volvieron a sus cantinelas habituales: "tengo experiencia" (Clinton), "soy el cambio" (Obama), "soy el anti-corporativo que defiende a la gente (Edwards).
Los caucus en Nevada de este sábado han estado además rodeados de otra clase de ruidos: como se realizarán el sábado en la mañana, se han hecho una serie de "ajustes" para que la gente pueda votar, como por ejemplo habilitar locales de reunión-votación (de caucus, ya saben) en nueve casinos. Pero un sindicato, el de profesores del estado (algunos de cuyos miembros están estrechamente relacionados con la campaña de Hillary Clinton), interpuso una demanda alegando que habilitar esos nueve casinos para los caucus el daba "una ventaja injusta" a Obama. Lo curioso es que la demanda no fue interpuesta cuando se acordó la medida, sino justo después de que el sindicato de trabajadores culinarios de Las Vegas acordara apoyar al senador por Illinois. Ese es un sindicato de gran influencia y agrupa a muchos trabajadores de casinos, que sí podrán votar gracias a la habilitación de esos lugares de caucus y que no podrían hacerlo si es que esa medida se revierte. Obama hizo notar la "coincidencia". A la senadora le preguntaron el domingo pasado al respecto en "Meet the press", el clásico matinal de NBC, y ella dijo que no había leído la demanda, pero que la idea de los caucus era que la gente discutiera sobre sus opciones, y que si llegaban apurados en una pausa del trabajo no podrían hacerlo. Obama ha sumado una serie de apoyos de sindicatos y líderes locales, aparentemente movilizados por el peligro de que el senador pierda su "momento" ante la arremetida de Hillary Clinton.
Otra repercusión posible de la programación de los caucus del sábado es que los judíos más ortodoxos teóricamente deberían abstenerse de participar, porque el sábado es día sagrado. Los judíos, incluidos los de Nevada, apoyan mayoritariamente a la senadora Clinton.
Por mucha tregua que haya en el discurso, el ambiente pre-Nevada se está calentando bastante. Apuesto que en un par de días no habrá mantequilla que aguante.
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