Mike Huckabee es la revelación de la campaña republicana. Hasta hace algunas semanas era un candidato casi simbólico: un evangélico que ni siquiera había logrado alinear a todos los grupos de poder evangélico tras su candidatura -y mucho menos sus donaciones-, un candidato sin fondos y con un equipo tan chico que él mismo se escribe los discursos (último de pobre), que tiene un jefe de encuestas pero hasta el momento no ha juntado plata suficiente para realizar sus propias encuestas y cuya hija de 25 años, Sarah, oficia de “directora nacional en terreno”.
Hoy, Huckabee no es sólo el más probable ganador en el caucus republicano de Iowa este 3 de enero, ni el más grande dolor de cabeza de Mitt Romney, el otro religioso de la campaña, un millonario mormón que se ha gastado 7 millones de dólares en Iowa (versus 400 mil dólares de Huckabee); es además fuente de preocupación de Rudy Giuliani, un candidato que sentía que corría tan solo que se ha ahorrado la campaña en los primeros estados (Iowa y New Hampshire, donde sabe que va a perder) para privilegiar los estados donde el mito de su limpieza de Nueva York y su liderazgo el 11 de septiembre es suficiente mérito.
A nivel nacional, el promedio de encuestas de Real Clear Politics (un excelente sitio que coteja varias encuestas actualizadas) muestra a Huckabee apenas dos puntos abajo de Guliani (20.7 versus 22.7), con la gran diferencia de que Giuliani ha bajado mientras Huckabee ha subido. Y harto.
En un iluminador perfil del candidato en el New York Times magazine el título de portada es: “Huckabee? Really?” -vaya que se echan de menos los titulares con personalidad en las revistas de estas latitudes), el periodista Zev Chafets lo dice mejor, obviamente:
“Huckabee puede perder la carrera, pero ya la ha revolucionado. Se suponía que la campaña presidencial republicana se iba a centrar en política exterior, seguridad nacional y competencia ejecutiva. Huckabee la ha trasladado a los temas de carácter, religión y personalidad. Pase lo que pase, él es ahora un actor relevante en el Partido Republicano, un hombre para tomar en serio”.
Este traslado en los temas eje de la campaña no puede sino dañar a Giuliani -cuya vida personal parece más prontuario que biografía-, quien presumiblemente apostará a pasar el chaparrón de las primeras primarias y centrar la campaña de vuelta en
los temas en los que ha logrado instalar sus rentables mitos fundacionales.
El perfil de Zev Chafets en el NYT magazine ayuda a ver por qué un dato aparentemente trivial puede ser un argumento de peso: Cuando era gobernador de Arkansas (por dos períodos consecutivos, hasta enero de 2007) era gordo. Ahora es flaco. Llegó a pesar 136 kilos, y perdió cerca de 50. Su odisea dietética no sólo le dio para escribir un libro (“Quit digging your grave with a knife and fork”, “Deja de cavar tu tumba con un chichillo y un tenedor”), sino que calza perfecto con la narrativa evangélica: la gula es un pecado, y parte de ser evangélico es sobreponerse a la tentación del demonio. En cambio, las pastllas, como apunta Chafets, “son una dependencia química cristiana”.
Huckabee, un tipo simpático, bueno para salvar respuestas que lo complican con chistes, que en la campaña se ha dedicado a decir que es “el candidato cristiano” pero ha ahuyentado la imagen de fundamentalista telepredicador (aunque trabajó para uno), que profesa fanatismo por los Rolling Stones (¿Simpathy for the Devil?) parece haber tomado por asalto a parte del electorado republicano e incluso a la prensa nacional estadounidense. Chafets lo advierte:
“La afabilidad de Huckabee y sus posturas populistas en lo económico y social ha sido a veces malinterpretado como una variante moderada del cristianismo evangélico. De hecho, como escribió en su libro “Character Makes a Difference”, él considera que el liberalismo es un cáncer en la cristiandad. Huckabee es un admirador del fallecido Jerry Falwell (cuyo hijo, Jerry Jr., recientemente le dio su apoyo) y suscribe de corazón a los principios de la Mayoría Moral”.
Finalmente, lo más trascendente sobre Mike Huckabee es que ahora es un candidato real, y cuan real siga siendo va a depender de su triunfo en las primeras etapas de la carrera y, sobre todo, en su capacidad de recaudar los fondos suficientes para sostener este año electoral. Ahora, como candidato real, va a enfrentar cuestionamientos más serios.
Por ahora ya ha tenido que empezar a explicar su artículo en Foreign Affairs en el que acusa a Bush de tener una "mentalidad de bunker" y una actitud arrogante en términos de política exterior. Algo de sentido común, si no fuera porque viene de alguien de su mismo partido.
La prensa de Arkansas, que mira con asombro cómo el resto del país le ha “comprado” el personaje a Huckabee, tiene lista la lista. Así al menos lo explicó Max Brantley del Arkansas Times a On the media, el imprescindible programa-podcast de NPR.
Hoy martes, Huckabee reveló su plan para aumentar su propaganda en al menos los tres primeros estados: Iowa, New Hampshire y South Carolina . Está decidido a probar que no es sólo un one-night-stand, frase que debe escandalizar a cualquier conservador. Horror.
Personalmente, creo que la mejor pieza publicitaria de Mike Huckabee ha llegado de manos de Chuck Norris. Parece chiste, pero no lo es. No tanto, por lo menos. Disfrútenlo acá.
¿Cómo lo dije en Duna en Punto? Así.
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