domingo, 23 de diciembre de 2007

Las de antes sí que eran campañas sucias



En plena campaña electoral, cuando las desconfianzas y acusaciones sobre guerra sucia empiezan a proliferar, me permito recordar una de mis favoritas. Una sucia sucia. Esta historia se remonta a las primarias republicanas de 2000, que se suponía serían ganadas por el reverenciado senador de Arizona John McCain y terminaron en manos -como ya sabemos- por el ex gobernador de Texas George W. Bush. McCain había ganado el Iowa y en New Hampshire. Si ganaba en South Carolina, era muy probable que ganar la nominación republicana.  

Entonces la campaña de Bush movió un par de piezas. Aunque nadie salió a adjudicarse la jugada, tiene todas las huellas digitales de Karl Rove, cuyos apelativos varían desde “cerebro de Bush” (asumiendo que el presidente no tiene uno) y “arquitecto electoral” a “demonio”. 

Va mas o menos así. John McCain es un condecorado héroe de guerra. Su combate en Vietnam -mientras Bush cumplía su “servicio” en la Guardia Nacional, en una base aérea en Texas-, le valió una estadía de cinco años como prisionero de guerra en Hanoi. Lo que a todas luces era una carta ganadora en la primaria republicana se transformó en un problema, gracias a una campaña anónima que empezó a diseminar el rumor que el senador McCain había quedado algo “traumatizado” -o sea, mentalmente incompetente-, que era homosexual (circulaban panfletos que lo llamaban “the fag candidate”, o sea, “el candidato maricón”, si me permiten la expresión), que su mujer, Cindy, era drogadicta  peor, que McCain  -horror- había tenido una hijo ilegítimo. Esto último fue un asunto muy directo. En una encuesta telefónica se les preguntó a los potenciales votantes del estado de South Carolina: “¿Usted estaría más inclinado o menos inclinado a votar por John McCain si supiera que es padre de un hijo negro ilegítimo?” Era una pregunta que “confirmaba” lo que ya circulaba como un rumor, otro más: que había tenido un hijo con una prostituta negra. 

McCain estaba entonces haciendo campaña con una niña, Bridget, que había adoptado nada menos que del orfanato de la Madre Teresa de Calcuta en Bangladesh (Hoy, Bridget McCain tiene 15 años) Pero, como bien saben los cerebros del asesinato de imagen, las aclaraciones y desmentidos nunca son tan poderosos como los rumores. 

Para el registro: dos hermanas McCain. Adivinen cuál es Bridget: 



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