miércoles, 26 de diciembre de 2007

El Clintonismo en las primarias




El resultado de Hillary Rodham Clinton en las primarias Demócratas es un referéndum: los votantes de ese partido decidirán sobre el legado de Bill Clinton y sobre qué significa el "Clintonismo". Es la tesis de Matt Bai en su ensayo de portada del New York Times Magazine, publicado el domingo pasado. Bai es un joven pero ya experimentado periodista (al que tuve la suerte de conocer, como alumno de una clase a la que fue invitado) que conoce lo que en lenguaje concertacionista llamaríamos "las dos almas" del Partido Demócrata y, más meritorio aún, es capaz de delinearlos con claridad en esta pieza titulada "The Clinton Referendum". Bai es autor de "The Argument: Billionaires, Bloggerts and the Battle to Remake Democratic Politics", en el que supongo que expone el punto con mayor claridad. 
 El cuento va más o menos así: Bill Clinton estuvo dos períodos consecutivos en la Casa Blanca. Pero por alguna razón los avances de su gobierno no se consolidaron en lo que podría llamarse un "legado". Por el contrario, su sucesor republicano borró de un plumazo todos sus avances. Por un lado, la lectura es que Hillary Clinton es la candidata que promete -y tiene como misión- reivindicar y consolidar un "legado" Clinton. Pero ese mismo punto puede leerse como preocupante: Clinton falló. ¿Fue su legado una víctima de las políticas de George W. Bush o fue el habilitador de sus radicales políticas?
La pregunta podría haber quedado para los libros de historia si no fuera porque ha sido -quizá inevitablemente- parte fundamental de la candidatura de Hillary Clinton. Una encuesta del New York Times, nos recuerda el texto, acusó que el 44% de los demócratas que votarán por la ex primera dama lo harán gracias a Bill Clinton. Pero al enfrentarse a ella, plantea Bai, los Demócratas decidirán qué es y cuánto extrañan no a Bill Clinton, la persona (una celebridad que parece estar por sobre los juegos de los mortales, como Muhammad Ali o Paul McCartney, escribe Bai), sino al "Clintonismo". 
Cito: 
"Cualquiera sean los temas de las primarias Demócratas -salud, calentamiento global, plazos para la retirada de Irak-,  ellas son, en algún nivel más filosófico e incluso emocional, un juicio a los años 90 y todo lo que esos tumultuosos años representan". 
En la práctica, el "Clintonismo" se tradujo en un acercamiento al centro y una adopción de sus políticas; en abandonar las posturas liberales radicales y buscar un "punto medio" con la oposición conservadora, una posición que hiciera posible sacar adelante las reformas.  
En el Partido Demócrata hay dos maneras de leer el "clintonismo". Una, como una doctrina visionaria y modernizadora. La "tercera vía" de los gringos: avanzar en una agenda progresiva, pero de manera efectiva, no ideológica sino "posible". Como dice uno de los entrevistados del artículo (fan de Clinton, evidentemente), "tal como Franklin Roosevelt salvó al capitalismo lidiando con sus excesos, Clinton salvó la gobernanza progresiva, y la salvó en todo el mundo". 
La otra manera es ver al "clintonismo" como una mera estrategia electoral: abandonar los principios del partido por conseguir resultados electorales. Cuando esos resultados llegan, cuando un Demócrata gana la Casa Blanca y más encima es reelegido (una hazaña sólo lograda por Woodrow Wilson y Franklin Roosevelt), las críticas pasan a un segundo plano. Pero cuando todo lo avanzado se pierde, las voces del disenso se escuchan a gritos. En salir a buscar resultados, plantean los críticos, Clinton vendió el alma del partido. Y ahora que se trata de recuperar la Casa Blanca -y la agenda "progresista"-, más vale hacerlo con los principios bien puestos. Es lo que animó la precandidatura de Howard Dean en 2004 y la que anima, en parte (esperan ellos que con más éxito) las de Barack Obama y John Edwards.  
En la línea de ataque a Hillary Clinton, de hecho, se repite la frase de "la triangulación", o sea, buscar el término medio, negociar para obtener votos en lugar de lograr verdaderos cambios. Edwards y Obama han recurrido a la frase. Al mismo tiempo, destaca Matt Bai, los candidatos evocan, y hasta imitan, a Bill Clinton en su campaña de 1992. Como le dice otro entrevistado, "las política de Clinton se ha transformado básicamente en el ADN de los demócratas que quieren llegar a la Casa Blanca, y es casi seguro que todos gobernarían desde el 'centro clintoniano' si de verdad llegaran a la presidencia". 
Interesante. Claro, todos quieren ganar. Y no sólo eso: Bill Clinton fue en 1992 el joven outsider demócrata que venció al status quo de su partido y del país. Él era el cambio. Es lo mismo que están vendiendo (ofreciendo, prometiendo) Barack Obama y John Edwards, los rivales de Hillary Rodham Clinton en estas primarias (Obama ha hecho notar esta similitud -y la paradoja de la misma- ante las críticas de Bill y Hillary Clinton por su "falta de experiencia"). 
"Por contraste", escribe Matt Bai, "la campaña de Hillary Clinton hasta ahora se ha tratado principalmente de restaurar el status quo; ella se promociona como la mejor carta que tienen los Demócratas para terminar los ocho años de "experimento radical" de Bush y volver al punto en que estaban cuando su marido se fue". 

1 comentario:

Antxon G. dijo...

Muy bueno tu blog. El mío también es sobre las elecciones. Saludos!:D