sábado, 29 de diciembre de 2007

Próximamente en Factor 2008

Los candidatos no descansan, pero el resto del mundo sí. 
Volveremos para el día D. O al menos el primero de ellos: 3 de enero, caucus de Iowa. El puzzle se empieza a armar. Quiénes tienen razón para estar optimistas: Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards (no hay que mirarlo en menos: ya ganó el Caucus en 2004: sus votantes saben qué hacer y cómo hacerlo), por el lado Demócrata. Mike Huckabee y Mitt Romney por el lado Republicano. 
Y los otros esperarán no perder por mucho; o que al menos sus rivales directos sí pierdan. Así es la política. 

El efecto Bhutto


Cuando dicen que todo puede pasar es que todo puede pasar. Y cuando dicen que las primarias -y el Caucus de Iowa- se definen a último minuto, es realmente el último minuto. 
El asesinato de la ex primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto dio pie para una galería de declaraciones de los candidatos demócratas y republicanos. Algunos apelaron al clásico "yo la conocía", y Hillary Clinton por el lado demócrata y John McCain por los republicanos podían decir eso. Hillary incluso tiene imágenes con ella, lo que siempre es un bonus point. 
Las campañas de Obama y Clinton sigiueron enfrascándose en discusiones no sólo en cuanto al valor de la "experiencia en política exterior", sino en quién ha "politizado" la muerte de Bhutto, una acusación bastante obvia en medio de una campaña... política. 
El candidato demócrata Bill Richardson llamó a cortar toda ayuda de Estados Unidos al régimen de Musharraf, y Rudy Giuliani saltó al que es sin duda su tema favorito: el terrorismo, lo que lleva al "9-11", que es básicamente EL día en torno al cual está edificada su candidatura presidencial. Por si caben dudas, ahora, en la recta final de Iowa, Giuliani volvió a Iowa (donde prácticamente no ha hecho campaña, resignado) y estrenó nuevos avisos que apelan su tema único: 9-11. 
Sumando y restando, el efecto Bhutto podría ser determinante en la carrera. Primero, porque a los norteamericanos les encanta sentir que su presidente -y quien aspire a serlo- será también lo que tan majaderamente llaman "el líder del mundo libre". De manera que se impresionan cuando alguien suena "presidencial". Puntos para Hillary Clinton y McCain ahí. Y de rebote, Giuliani. Pero más importante, el efecto Bhutto movió el centro de la campaña de nuevo: si hasta hace unas semanas se había trasladado a los atributos personales y capacidad de proyectarlos en la Casa Blanca y al futuro (Huckabee y Obama se podían beneficiar de eso), ahora ha vuelto a la tríada experiencia internacional-terrorismo-seguridad nacional
  De manera que Hillary Clinton, John McCain y hasta Giuliani (que venía en baja violenta), pueden tener bastante que agradecerle a los asesinos de Bhutto, si me perdonan la franqueza. 

viernes, 28 de diciembre de 2007

La famosa "experiencia en política exterior".


En el blanco invierno de Iowa y New Hampshire, una de las más grandes bolas de nieve que los candidatos se han lanzado lleva la frase "experiencia en política exterior". Ha sido tema -transversal, por lo demás, dado que la pelea se da en ambos partidos-, porque aunque ninguno de quienes corren en sus respectivas primarias ha sido presidente, algunos dicen tener más experiencia en política exterior que otros. En esto, claro, han llegado hasta el absurdo: ex gobernadores como Mike Huckabee (Arkansas) y Mitt Romney (Massachusetts), por el lado Republicano, y Bill Richardson (actual gobernador de New Mexico), por el Demócrata, además del ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, se ufanan de la cantidad de "líderes extranjeros" con los que se reunieron en sus respectivos mandatos y hasta de los viajes que han hecho (Giuliani incluso se jacta de los clientes extranjeros que ha tenido en su firma, Giuliani Partners, lo que no parece una muy buena idea dado los dudosos tratos de su rentable negocio). Algunos tienen más credenciales, claro: Bill Richardson (latino, dicho sea de paso), fue embajador de Estados Unidos ante la ONU, en el gobierno de Bill Clinton. El republicano John McCain es veterano y ex prisionero de guerra -un salvoconducto para hablar de política exterior y guerra, que es como lo mismo-, y en el senado se ha destacado en esos temas. Entre los Demócratas, otro que tiene el peso de la experiencia es el senador Joe Biden, veterano legislador que hoy preside el Comité de Relaciones Internacionales del Senado. 
Romney, que igual reconoce que tiene poca experiencia, esta semana se ganó el premio a la intervención más atinada al decir que en este tema "no se necesita experiencia, se necesita criterio". Obvio, pero parece que alguien tenía que decirlo.
Hillary Clinton es otra historia. Ella ha insistido a lo largo de la campaña que haber sido la primera dama no sólo le dio "experiencia ejecutiva" -otra frase muy manida en la campaña-, sino también mucha experiencia en política exterior. No le debe haber caído muy bien el chequeo que el New York Times hizo esta semana de esa supuesta experiencia, en el que se estableció que en las decisiones más difíciles en el tema del terrorismo internacional debió tomar Bill Clinton (si bombardear Afganistán y Sudán en 1998) , el presidente y la primera dama estaban distanciados, escándalo Lewinsky mediante. Claro, es cierto que ella viajó y estrechó un montón de manos en el camino. Pero si le hacemos caso a lo que ella dice de sí misma, vendría a ser una primera dama que prácticamente cogobernó.
Y como la pelea de Hillary es con Barack Obama -y vice versa-, éste ha aludido a la mejor defensa para su falta de experiencia: esa es la gracia, porque yo soy el cambio, dice él. De qué sirve seguir haciendo las cosas como se han hecho los últimos 20 años -adentro y fuera del país- si estamos en tan mal pie. Obama, en su discurso, es la nueva manera de hacer y pensar las cosas. Además, Obama ha recordado que el trabajo de primera dama no es precisamente crucial ni influyente en estas materias. 
La pelea entre Hillary Clinton y Barack Obama en cuanto a la política internacional ha escalado al punto de enganchar en una guerra de nombres: quién tiene más expertos asesorándolos y apoyándolos. Obama dijo que la mayoría de los especialistas de la administración Clinton estaban ahora con él y dio a conocer una lista de 45 nombres. Hillary contraatacó con 75, y prometió 80 más. 
En esta última semana de campaña (el próximo jueves es el Caucus de Iowa), el asunto de la "experiencia en política exterior" se vio repotenciado -como si hubiera necesitado potencia- por el asesinato en Pakistán de la ex primera ministra Benazir Bhutto. Además de mandarle las condolencias a la familia Bhutto y al pueblo de Pakistán, cada candidato tuvo su papel en el concierto de declaraciones y reacciones. Y unos gritaron más fuerte que otros, como les contaré en el siguiente posteo. 
 

 

miércoles, 26 de diciembre de 2007

El Clintonismo en las primarias




El resultado de Hillary Rodham Clinton en las primarias Demócratas es un referéndum: los votantes de ese partido decidirán sobre el legado de Bill Clinton y sobre qué significa el "Clintonismo". Es la tesis de Matt Bai en su ensayo de portada del New York Times Magazine, publicado el domingo pasado. Bai es un joven pero ya experimentado periodista (al que tuve la suerte de conocer, como alumno de una clase a la que fue invitado) que conoce lo que en lenguaje concertacionista llamaríamos "las dos almas" del Partido Demócrata y, más meritorio aún, es capaz de delinearlos con claridad en esta pieza titulada "The Clinton Referendum". Bai es autor de "The Argument: Billionaires, Bloggerts and the Battle to Remake Democratic Politics", en el que supongo que expone el punto con mayor claridad. 
 El cuento va más o menos así: Bill Clinton estuvo dos períodos consecutivos en la Casa Blanca. Pero por alguna razón los avances de su gobierno no se consolidaron en lo que podría llamarse un "legado". Por el contrario, su sucesor republicano borró de un plumazo todos sus avances. Por un lado, la lectura es que Hillary Clinton es la candidata que promete -y tiene como misión- reivindicar y consolidar un "legado" Clinton. Pero ese mismo punto puede leerse como preocupante: Clinton falló. ¿Fue su legado una víctima de las políticas de George W. Bush o fue el habilitador de sus radicales políticas?
La pregunta podría haber quedado para los libros de historia si no fuera porque ha sido -quizá inevitablemente- parte fundamental de la candidatura de Hillary Clinton. Una encuesta del New York Times, nos recuerda el texto, acusó que el 44% de los demócratas que votarán por la ex primera dama lo harán gracias a Bill Clinton. Pero al enfrentarse a ella, plantea Bai, los Demócratas decidirán qué es y cuánto extrañan no a Bill Clinton, la persona (una celebridad que parece estar por sobre los juegos de los mortales, como Muhammad Ali o Paul McCartney, escribe Bai), sino al "Clintonismo". 
Cito: 
"Cualquiera sean los temas de las primarias Demócratas -salud, calentamiento global, plazos para la retirada de Irak-,  ellas son, en algún nivel más filosófico e incluso emocional, un juicio a los años 90 y todo lo que esos tumultuosos años representan". 
En la práctica, el "Clintonismo" se tradujo en un acercamiento al centro y una adopción de sus políticas; en abandonar las posturas liberales radicales y buscar un "punto medio" con la oposición conservadora, una posición que hiciera posible sacar adelante las reformas.  
En el Partido Demócrata hay dos maneras de leer el "clintonismo". Una, como una doctrina visionaria y modernizadora. La "tercera vía" de los gringos: avanzar en una agenda progresiva, pero de manera efectiva, no ideológica sino "posible". Como dice uno de los entrevistados del artículo (fan de Clinton, evidentemente), "tal como Franklin Roosevelt salvó al capitalismo lidiando con sus excesos, Clinton salvó la gobernanza progresiva, y la salvó en todo el mundo". 
La otra manera es ver al "clintonismo" como una mera estrategia electoral: abandonar los principios del partido por conseguir resultados electorales. Cuando esos resultados llegan, cuando un Demócrata gana la Casa Blanca y más encima es reelegido (una hazaña sólo lograda por Woodrow Wilson y Franklin Roosevelt), las críticas pasan a un segundo plano. Pero cuando todo lo avanzado se pierde, las voces del disenso se escuchan a gritos. En salir a buscar resultados, plantean los críticos, Clinton vendió el alma del partido. Y ahora que se trata de recuperar la Casa Blanca -y la agenda "progresista"-, más vale hacerlo con los principios bien puestos. Es lo que animó la precandidatura de Howard Dean en 2004 y la que anima, en parte (esperan ellos que con más éxito) las de Barack Obama y John Edwards.  
En la línea de ataque a Hillary Clinton, de hecho, se repite la frase de "la triangulación", o sea, buscar el término medio, negociar para obtener votos en lugar de lograr verdaderos cambios. Edwards y Obama han recurrido a la frase. Al mismo tiempo, destaca Matt Bai, los candidatos evocan, y hasta imitan, a Bill Clinton en su campaña de 1992. Como le dice otro entrevistado, "las política de Clinton se ha transformado básicamente en el ADN de los demócratas que quieren llegar a la Casa Blanca, y es casi seguro que todos gobernarían desde el 'centro clintoniano' si de verdad llegaran a la presidencia". 
Interesante. Claro, todos quieren ganar. Y no sólo eso: Bill Clinton fue en 1992 el joven outsider demócrata que venció al status quo de su partido y del país. Él era el cambio. Es lo mismo que están vendiendo (ofreciendo, prometiendo) Barack Obama y John Edwards, los rivales de Hillary Rodham Clinton en estas primarias (Obama ha hecho notar esta similitud -y la paradoja de la misma- ante las críticas de Bill y Hillary Clinton por su "falta de experiencia"). 
"Por contraste", escribe Matt Bai, "la campaña de Hillary Clinton hasta ahora se ha tratado principalmente de restaurar el status quo; ella se promociona como la mejor carta que tienen los Demócratas para terminar los ocho años de "experimento radical" de Bush y volver al punto en que estaban cuando su marido se fue". 

lunes, 24 de diciembre de 2007

Usted los conoce: los indecisos


Los conoce de nombre, nada más. Y los candidatos también. Se preguntarán si será alguno de los que saludaron en sus congelados puerta a puerta. O alguno de los que entraron a ese gimnasio donde estaban hablando. O alguno de los que llegaron a ese evento que tuvieron que cancelar por culpa del clima, que en esta fecha hace la campaña en Iowa una pesadilla blanca. 
En Iowa, según una encuesta de CNN, un 34% de los Demócratas que piensan asistir al proceso de Caucus está indeciso. Y un 40% de los Republicanos. Un porcentaje nada de despreciable en un estado clave, por ser la primera estación. En la segunda parada -y primera primaria- New Hampshire, la misma encuesta habla de un 38% de Demócratas indecisos, y un 45% de Republicanos
Con este panorama, se entiende que los "pobres" candidatos no puedan darse el lujo de descansar en esta Navidad. O "fiestas", como usted prefiera. 

domingo, 23 de diciembre de 2007

Las de antes sí que eran campañas sucias



En plena campaña electoral, cuando las desconfianzas y acusaciones sobre guerra sucia empiezan a proliferar, me permito recordar una de mis favoritas. Una sucia sucia. Esta historia se remonta a las primarias republicanas de 2000, que se suponía serían ganadas por el reverenciado senador de Arizona John McCain y terminaron en manos -como ya sabemos- por el ex gobernador de Texas George W. Bush. McCain había ganado el Iowa y en New Hampshire. Si ganaba en South Carolina, era muy probable que ganar la nominación republicana.  

Entonces la campaña de Bush movió un par de piezas. Aunque nadie salió a adjudicarse la jugada, tiene todas las huellas digitales de Karl Rove, cuyos apelativos varían desde “cerebro de Bush” (asumiendo que el presidente no tiene uno) y “arquitecto electoral” a “demonio”. 

Va mas o menos así. John McCain es un condecorado héroe de guerra. Su combate en Vietnam -mientras Bush cumplía su “servicio” en la Guardia Nacional, en una base aérea en Texas-, le valió una estadía de cinco años como prisionero de guerra en Hanoi. Lo que a todas luces era una carta ganadora en la primaria republicana se transformó en un problema, gracias a una campaña anónima que empezó a diseminar el rumor que el senador McCain había quedado algo “traumatizado” -o sea, mentalmente incompetente-, que era homosexual (circulaban panfletos que lo llamaban “the fag candidate”, o sea, “el candidato maricón”, si me permiten la expresión), que su mujer, Cindy, era drogadicta  peor, que McCain  -horror- había tenido una hijo ilegítimo. Esto último fue un asunto muy directo. En una encuesta telefónica se les preguntó a los potenciales votantes del estado de South Carolina: “¿Usted estaría más inclinado o menos inclinado a votar por John McCain si supiera que es padre de un hijo negro ilegítimo?” Era una pregunta que “confirmaba” lo que ya circulaba como un rumor, otro más: que había tenido un hijo con una prostituta negra. 

McCain estaba entonces haciendo campaña con una niña, Bridget, que había adoptado nada menos que del orfanato de la Madre Teresa de Calcuta en Bangladesh (Hoy, Bridget McCain tiene 15 años) Pero, como bien saben los cerebros del asesinato de imagen, las aclaraciones y desmentidos nunca son tan poderosos como los rumores. 

Para el registro: dos hermanas McCain. Adivinen cuál es Bridget: 



sábado, 22 de diciembre de 2007

El milagro de McCain


A mediados de año, el senador republicano John McCain estaba muerto. Como candidato. Estaba en la banca rota, sus principales ejecutivos de campaña lo habían dejado (más notablemente John Weaver, su cerebro en las primarias de 2000 y principal damnificado de la guerra sucia orquestada por Karl Rove en la misma campaña), y había perdido todas las ventajas que lo hicieron comenzar estas primarias como el líder de la carrera. No sólo era el único candidato que inequívocamente apoyaba la ocupación de Irak y la estrategia de Bush, sino que además se había puesto del lado del presidente en un tema que para la base republicana era inaceptable: la reforma a la ley migratoria (que fracasó en el congreso) que implicaba la regularización de los inmigrantes ilegales. O sea, se había puesto la soga al cuello. Se contaba la historia de McCain el candidato muerto caminando, el hombre que lo tuvo todo y ahora no tenía nada, el candidato que inevitablemente se bajaría de la carrera en pocas semanas. 
También se dijo que si el hombre se recuperaba, la suya sería una de las más cinematográficas historias de resurrección política que se haya conocido en Estados Unidos. Ahora John McCain tiene posibilidades de escribir esa historia. 
Varias cosas han cambiado: Primero, logró juntar suficiente dinero como para mantenerse en campaña. Como bien lo apuntó el sabio Ken Rudin de NPR en la última edición de "It's all politics", las campañas no sólo se terminan porque las primarias se pierden; se terminan porque se acaba la plata. Y McCain ha hecho milagros con su billetera. Segundo: ninguno de sus competidores se ha desmarcado del grupo. Cuando él estaba contra las cuerdas, Rudy Giuliani parecía imparable. Después se pensaba que Fred Thompson, el "republicano genérico", iba a darle el tiro de gracia a McCain. Luego era Mitt Romney, el mormón millonario, quien se suponía que anularía al resto. Y ahora Mike Huckabee, el evangélico buena onda, parece parado en una plataforma de lanzamiento (aunque hasta el momento sus finanzas no le auguren suficiente autonomía de vuelo). Mientras todos se pelean con todos, Mc Cain se ha mantenido en terreno, aprovechando que la gente lo conoce.  En tercer lugar, cambió la percepción, particularmente de los republicanos, sobre Irak. La estrategia del aumento de tropas parece estar funcionando -a corto plazo, pero suficiente para el discurso republicano-, por lo menos en cuando a disminución de bajas. McCain se pasea ahora con cara de "yo te lo dije" y su semblante luce más sano. 
Y lo que no cambió es uno de sus principales activos: su reputación de héroe de guerra de Vietnam -sus años de prisionero de guerra certifican más mérito que cien medallas- y sus fundamentos al dar opiniones sobre política exterior, seguridad nacional y, lo que en Estados Unidos suele ser lo mismo, guerra. 
¿Qué necesita McCain para dar el golpe? Lo explica el analista Peter Brown en una columna reproducida por Real Clear Politics (de la que he sacado buena parte de este posteo): Que Romney no gane Iowa (y parece que lo va a ganar Huckabee) y que el mismo McCain gane New Hampshire, tal como ganó en 2000. 
A propósito de esa primaria, en un próximo posteo vamos a recordar esa mítica movida de Karl Rove que sacó de la carrera a McCain y que le allanó el camino a George W. Bush. (Por si alguien se pregunta por qué en el resto del mundo nos tiene que importar la carrera presidencial norteamericana)

viernes, 21 de diciembre de 2007

Pillar a Obama


El año pasado, cuando Barack Obama daba señales de que podría dar el salto y convertirse en candidato presidencial, una gran pregunta se repetía en los análisis: ¿podría esta "estrella de rock" de la política soportar lo que significa ser candidato? O sea, ¿podría meterse en el juego de la política, con las mañas y trucos -suyos y del resto hacia él-,  con la revisión exhaustiva de su pasado, de su discurso, etc? 
A su favor tenía el hecho de que, aparentemente, todos sus "esqueletos en el closet" los había sacado él mismo, hacía tiempo. Él mismo, por ejemplo, había hablado de su consumo de cocaína y marihuana, de su "tiempo perdido" (y lo había transformado en una historia superación, claro). Y en todos estos meses es poco lo que sus rivales han podido confrontar. De hecho la principal desventaja, el principal defecto por el que a menudo debe responder es su "falta de experiencia". Obama recién fue electo senador en 2004 (antes, desde 1997, fue senador en el congreso estatal de Illinois), y es común encontrar opiniones como: "es bueno, pero muy inexperto; debe esperar". 
Ahora, sin embargo, han comenzado a salir historias más críticas. Como esta de ayer en el New York Times, que analiza las votaciones de Obama en el senado de Illinois. Lo que hizo el Times fue reportear qué había de cierto en las acusaciones que llegaban desde la campaña de Hillary Clinton: que Obama había votado "presente" (o sea, ni a favor ni en contra; como una abstención) en muchas materias sensibles. Hay algo de cierto en eso, encontró el Times, que cita a modo de ejemplo la discusión de una ley sobre responsabilidad penal juvenil.  De las 136 veces que votó así, 50 fueron votaciones coordinadas con el resto de los demócratas del senado estatal. La nota también recoge explicaciones de académicos que destacan que el voto de "presente" es una opción usual en Illinois -no así en muchos otros estados. En resumen, el golpe a Obama -a quien la campaña de Hillary Clinton ha caracterizado como un tipo que habla mucho y hace poco- es bastante relativo. 
La línea del "hablador" poco "hacedor" es, por supuesto, una manera de subrayar el defecto más consistente de Obama en esta campaña: su inexperiencia. Lo curioso es que, como el mismo senador se ha encargado de apuntar, es lo que le decían a Bill Clinton en 1992. 
Otra pieza crítica, o relativamente crítica, sobre Obama apareció ayer en The Politico. El texto cuenta sobre una reunión del senador con un grupo de seis personas azotadas por malas experiencias en la vida en Concord, New Hampshire. Se supone que el relato de estas víctimas del sistema daba para que Obama se conmoviera -de hecho varias personas en la mesa se quebraron-, pero el senador se mostró más pragmático y resolutivo que cercano. O sea, más Harvard y menos Chicago South Side. 
Quizás los adversarios de Obama deberían revisar las pistas que entrega un perfil escrito hace un año en la revista Atlantic Monthly. No he dado con el link (tengo esa revista en papel) , pero en la portada se lee "Obama, Inc" y es una excelente crónica sobre cómo Obama se insertó en poco tiempo en el círculo del poder económico demócrata, lo que se ha traducido en su impresionante campaña financiera. De por sí eso no es malo -es justo y necesario- pero hay otro elemento en el perfil que un adversario atento debería mirar: en énfasis de Obama en promover el desarrollo de combustible a partir del maíz y los vínculos del senador con la industria de productores de maíz. Claro, no sería fácil para Hillary Clinton ponerse "purista" al respecto, dado que ella misma está bastante conectada con un puñado importante de lo que "grupos de interés" y lobbistas. Pero quizá le serviría a John Edwards, que en esta campaña ha adoptado un tono derechamente populista y radicalmente anti-lobby (que también está en el discurso de Obama, aunque mucho más moderado. 

jueves, 20 de diciembre de 2007

Los regalos de Hillary


La encuesta Wall Street Journal/NBC también le sacó una foto al estado de las cosas en la carrera demócrata, donde hay menos sorpresas: Hillary Clinton sigue al frente, por mucho, a nivel nacional. Sus 22 puntos de ventajas sobre Barack Obama son un buen regalo de Navidad, como los que se dedica a poner en el árbol en su aviso navideño
Menos halagador para la senadora es otro "detalle" de la misma encuesta: el porcentaje de gente que la quiere (42%) es inferior a la gente que la rechaza (44%), algo muy relevante en el sistema de primarias, donde ser segunda opción de adherentes de otros candidatos puede disparar la candidatura propia, como hemos explicado antes. También puede preocuparle el hecho de que el liderazgo -leve, eso sí- de Obama en Iowa parece estar teniendo efectos en la segunda estación, New Hampshire, donde la ventaja de Hillary Clinton es ahora muy estrecha. 
En resumen, Hillary está ganando el partido, pero su rival está atacando. No hay nada peor que ir ganando 2 a 0, como dijo por acá algún sabio comentarista deportivo. 

El empate Republicano y el resfrío de Rudy


Rudy Giuliani anoche se internó en un hospital de St. Louis después de que, tras un día de campaña en Missouri, se empezó a sentir mal. 
Lo que vio en el Wall Street Journal de hoy debe haberlo hecho sentir peor. 
Si la ventaja de Rudolph Giuliani en las encuestas nacionales ya era estrecha, ahora sencillamente no existe. Eso según la encuesta realizada en conjunto por el Wall Street Journal y la cadena NBC, que el diario da a conocer hoy. La primera gran conclusión es que la carrera entre los republicanos está abierta: no sólo hay varios candidatos con posibilidades (Giuliani, Romney, Huckabee e incluso McCain y Thompson), sino que además los votantes de las primarias han probado ser particularmente veleidosos.
Quizás lo más interesante de esta encuesta es el cambio en los temas-eje de la campaña. Irak y la seguridad nacional -tema fuerte de John McCain y de Rudolph Giuliani- han dejado de ser prioritarios, reemplazados por la preocupación por la situación económica y sus efectos concretos en la gente (sistema de salud, seguridad social, crisis inmobiliaria, etc).
El cambio de eje tiene efectos en ambas carreras. Por el lado republicano explica la consolidación de Mitt Romney, el ex gobernador de Massachusetts. Romney es mormón -tema que le ayuda por eso de "hombre de fe", pero le complica por eso de "mormón"- y es millonario. Eso le ha permitido gastarse una millonada en su campaña, por lo visto con buenos resultados. Pero también le está permitiendo remarcar su perfil de buen administrador -como gobernador y con su propia billetera- y de buena capacidad ejecutiva. O sea, lo que un buen republicano podría esperar si su principal preocupación es la situación económica local. De hecho, mientras sus contendores pasan haciendo avisitos de Navidad, Romney ha lanzado avisos que destacan su perfil ejecutivo.
Si la carrera republicana se va a decidir por temas de carácter, valores y capacidad de gestión, va a estar entre Mitt Romney y Mike Huckabee. Y el primero, hasta ahora, se ve mejor proyectado. Pero, como ya dijimos, las cosas cambian rápido en esta campaña.
Para los mateos, aquí está el detalle de la encuesta. 
A todo esto ¿qué hacía Giuliani en Missouri, donde faltan 48 días para las primarias? Bueno, como hace notar hoy el New York Times y como habíamos comentado en posteos anteriores, Rudy ha renunciado a hacer campaña en los primeros estados, donde sabe que va a perder. Como en Florida sabe que va a ganar el 29 de enero (su ventaja es muy amplia), está concentrado en algunos de los 20 estados (sí, veinte) que votan el 5 de febrero. Missouri entre ellos (y también Nueva York, Nueva Jersey y California).  O sea, se está guardando para el segundo tiempo. 

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Obama, inclusivo y familiar

Barack Obama no se queda atrás en los saludos. El viernes se transmitirá en Iowa y New Hampshire este video, en el que aparece con sus TRES mujeres: su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha. Oprah no se ve por ninguna parte. El senador da un saludo lleno de buenas intenciones, pero el mensaje político -si nos ponemos a disectar-, puede estar en lo que dicen las niñitas: una dice "Felices fiestas", mientras la otra dice "Feliz Navidad". Así quedan bien con todos.
De paso, no le puede hacer mal a Obama recordarle a los votantes de Iowa que él -y su familia, núcleo central de la sociedad-   son cristianos, y no musulmanes.

Fiebre de avisos: Rudy (y no es el reno)

Rudy Giuliani también tiene espíritu navideño. Tiene hasta un chaleco rojo, como podemos ver en este saludo televisivo. "Si aquí hay cruces escondidas están escondidas que no pueden verse", bromea Michael Cooper en el blog del NYTimes. 
El aviso va a empezar a emitirse el jueves en New Hampshire, en cuyas primarias (el 8 de enero) de seguro no sueña con ganar. Giuliani está resignado a que su encanto de héroe neoyorquino no prenda en losestados donde se realizan las primeras votaciones, tal como cuenta con que Michigan y sobre todo Florida le den el empujón que necesita para consolidar una ventaja nacional que se ve cada vez más débil.
No pretende ganar New Hampshire, pero tampoco le gustaría quedar muy atrás. Y ahí es donde está ahora, según una encuesta que se dio a conocer hoy. Lidera el sobreviviente Mitt Romney (con 34 puntos), le sigue el resucitado John McCain (con 22) -a quien hace unos meses se lo daba por muerto- y luego aparece Giuliani (16). Huckabee aparece con sólo 10 puntos, pero un triunfo en Iowa debería dispararlo. Lo más interesante, en todo caso, es que un 45 % de los encuestados dijo que todavía no se había decidido. O sea, el bistec todavía está en el plato.
The Politico apunta un dato interesante: tan resignado está Rudy que hace poco cortó su presupuesto publicitario en ese estado, viendo que más avisos no le hacían subir en las encuestas.
Quizás el aviso de Rudy con "Santa Claus" es puro espíritu navideño. Ah, y también es inclusivo: "Feliz Navidad" y "Felices Fiestas", desea. Junto con otros parabienes que no son precisamente navideños: "Fronteras seguras, un gobierno que gaste menos, e impuestos más bajos para todas las familias". Giuliani aparece solo (el Viejo Pascuero, que NO existe). Su familia es un tema más complicado.

El (nuevo) sentido de la Navidad


Tradicionalmente, la Navidad antes de una elección presidencial -y las primarias que le anteceden- ha sido un momento de pausa en las campañas. Ya no. Dado que las primarias se adelantaron tanto, esta Navidad está demasiado cerca del Caucus de Iowa (3 de enero) y de la primaria de New Hampshire (8 de enero) como para perder tiempo en hacer monitos de nieve con los hijos. 
Mike Huckabee fue el primero en avivarse. Ayer este candidato que no ha gastado mucha plata en avisos -no tiene- lanzó este aviso en televisión en el que envía un cálido saludo de Navidad. Para los Republicanos más conservadores el asunto tiene una resonancia mayor: hace un tiempo que vienen reclamando que existe una "guerra contra la Navidad" en Estados Unidos, refiriéndose a la tendencia de extraer los símbolos religiosos, y por tanto excluyente, de la fiesta (que es religiosa y es cristiana, pero así son las cosas). El reclamo por la "guerra contra la Navidad" ha sido propagado con fuerza por la cadena Fox News, particularmente por su anfitrión estrella Bill O'Reilly. La queja es que en los medios (acusados de liberales) y en todas partes la gente está saludándose con el más inclusivo "Felices fiestas" (Happy Holidays) en lugar de "Feliz Navidad". 
Huckabee, por su lado, está empeñado en recalcar eso de que él es "el" candidato cristiano de estas primarias, así que la idea del saludo de Navidad parece brillante. "En estas fechas usted debe estar cansado de escuchar tanto sonre  política, pero yo quiero decirles que lo que celebramos es el nacimiento de Cristo, y es una oportunidad para estar con la familia y los amigos", es, en síntesis, su mensaje. 
Hoy, Huckabee salió a referirse a un inesperado coletazo de su aviso: las acusaciones de que los adornos navideños que salen en la repisa del fondo cuando el candidato habla forman una cruz. Y eso, se supone, es publicidad subliminal. Ja. "Sí, y si reproduces  el aviso al revés puedes escuchar que digo: Paul está muerto, Paul está muerto", contestó el gracioso de Huckabee (demostrando de paso un conocimiento de la mitología Beatle que uno no puede sino respetar). Cuando Huckabee aparezca en un afiche cruzando la calle sin zapatos, sabremos que algo se trae. 

¿Es Bill Clinton un problema para Hillary?



Bueno, es su marido. Ja.

Se supone que es una de las grandes ventajas para Hillary Clinton en las primarias demócratas, una credencial de “estadista”, un testigo de fe de la solidez de la senadora.  

Pero la presencia de Bill Clinton en la campaña ha resultado ser un arma de doble filo. Hoy, por ejemplo, llegó a un evento en Des Moines, Iowa, junto a otra megaestrella pop: el ex astro del básquetbol Earvin Magic Johnson. Y nuevamente se dio la mecánica: la gente parece más interesada en saludar y sacarse fotos con Bill que a Hillary. Incluso Magic tuvo que “resignarse” a un segundo plano. Dicen que hasta se produjo uno de esos momentos en que la que se supone es la dueña del show, Hillary, tuvo que esperar a que su marido dejara de hablar con los medios que lo reclamaban (hasta Entertainment Tonight quería un trozo de Bill). 

Ese es un problema menor claro, quizás ni siquiera un problema real. Barack Obama -aunque él mismo es un candidato rock-star- podría estar preocupado de similar efecto a manos de la omnipotente Oprah Winfrey.

Lo realmente complicado para Hillary es cuando Clinton, como en toda sitcom familiar gringa, echa todo a perder en su intento por ayudar a su mujer. Como cuando hace un par de semanas dijo que él había estado contra la invasión a Irak “desde el principio”. Gran problema, considerando que: a) es mentira; b) haberse opuesto a la invasión “desde el principio” es una línea del libreto de Barack Obama, que recuerda cada vez que puede que Hillary Clinton votó autorizando el uso de la fuerza en Irak en esa controvertida y ahora histórica sesión en el Senado en octubre de 2002. Obama no estaba en el Capitolio entonces (gran detalle, era sólo Senador Estatal en Illinois) 

Bill Clinton ahora ha tomado la misión de contrastar la experiencia de su esposa Hillary -supongo que no se referirá a “esa” experiencia-, versus la inexperiencia de Barack Obama. Éste último ha contestado con una respuesta de una línea: soy como Bill Clinton en 1992. En rigor, Clinton era un poco más joven cuando postuló -exitosamente- a la presidencia. 

Las últimas declaraciones del ex presidente evidencian, a fin de cuentas, un cambio de rumbo: ahora Bill es el encargado de “ningunear” al principal contendor de su esposa. Bill Clinton parece haber encontrado, por ahora, su lugar en el mundo. En el de Hillary, claro. 

martes, 18 de diciembre de 2007

Mike Huckabee: Dios es su copiloto


Mike Huckabee es la revelación de la campaña republicana. Hasta hace algunas semanas era un candidato casi simbólico: un evangélico que ni siquiera había logrado alinear a todos los grupos de poder evangélico tras su candidatura -y mucho menos sus donaciones-, un candidato sin fondos y con un equipo tan chico que él mismo se escribe los discursos (último de pobre), que tiene un jefe de encuestas pero hasta el momento no ha juntado plata suficiente para realizar sus propias encuestas y cuya hija de 25 años, Sarah, oficia de “directora nacional en terreno”. 

Hoy, Huckabee no es sólo el más probable ganador en el caucus republicano de Iowa este 3 de enero, ni el más grande dolor de cabeza de Mitt Romney, el otro religioso de la campaña, un millonario mormón que se ha gastado 7 millones de dólares en Iowa (versus 400 mil dólares de Huckabee); es además fuente de preocupación de Rudy Giuliani, un candidato que sentía que corría tan solo que se ha ahorrado la campaña en los primeros estados (Iowa y New Hampshire, donde sabe que va a perder) para privilegiar los estados donde el mito de su limpieza de Nueva York y su liderazgo el 11 de septiembre es suficiente mérito.  

 A nivel nacional, el promedio de encuestas de Real Clear Politics (un excelente sitio que coteja varias encuestas actualizadas) muestra a Huckabee apenas dos puntos abajo de Guliani (20.7 versus 22.7), con la gran diferencia de que Giuliani ha bajado mientras Huckabee ha subido. Y harto. 

En un iluminador perfil del candidato en el New York Times magazine el título de portada es: “Huckabee? Really?” -vaya que se echan de menos los titulares con personalidad en las revistas de estas latitudes), el periodista Zev Chafets lo dice mejor, obviamente:

  “Huckabee puede perder la carrera, pero ya la ha revolucionado. Se suponía que la campaña presidencial republicana se iba a centrar en política exterior, seguridad nacional y competencia ejecutiva. Huckabee la ha trasladado a los temas de carácter, religión y personalidad. Pase lo que pase, él es ahora un actor relevante en el Partido Republicano, un hombre para tomar en serio”. 

Este traslado en los temas eje de la campaña no puede sino dañar a Giuliani -cuya vida personal parece más prontuario que biografía-, quien presumiblemente apostará a pasar el chaparrón de las primeras primarias y centrar la campaña de vuelta en

 los temas en los que ha logrado instalar sus rentables mitos fundacionales.  

El perfil de Zev Chafets en el NYT magazine ayuda a ver por qué un dato aparentemente trivial puede ser un argumento de peso: Cuando era gobernador de Arkansas (por dos períodos consecutivos, hasta enero de 2007) era gordo. Ahora es flaco. Llegó a pesar 136 kilos, y perdió cerca de 50. Su odisea dietética no sólo le dio para escribir un libro (“Quit digging your grave with a knife and fork”, “Deja de cavar tu tumba con un chichillo y un tenedor”), sino que calza perfecto con la narrativa evangélica: la gula es un pecado, y parte de ser evangélico es sobreponerse a la tentación del demonio. En cambio, las pastllas, como apunta Chafets, “son una dependencia química cristiana”. 

 Huckabee, un tipo simpático, bueno para salvar respuestas que lo complican con chistes, que en la campaña se ha dedicado a decir que es “el candidato cristiano” pero ha ahuyentado la imagen de fundamentalista telepredicador (aunque trabajó para uno), que profesa fanatismo por los Rolling Stones (¿Simpathy for the Devil?) parece haber  tomado por asalto a parte del electorado republicano e incluso a la prensa nacional estadounidense. Chafets lo advierte: 

  “La afabilidad de Huckabee y sus posturas populistas en lo económico y social ha sido a veces malinterpretado como una variante moderada del cristianismo evangélico. De hecho, como escribió en su libro “Character Makes a Difference”, él considera que el liberalismo es un cáncer en la cristiandad. Huckabee es un admirador del fallecido Jerry Falwell (cuyo hijo, Jerry Jr., recientemente le dio su apoyo) y suscribe de corazón a los principios de la Mayoría Moral”. 

  Finalmente, lo más trascendente sobre Mike Huckabee es que ahora es un candidato real, y cuan real siga siendo va a depender de su triunfo en las primeras etapas de la carrera y, sobre todo, en su capacidad de recaudar los fondos suficientes para sostener este año electoral. Ahora, como candidato real, va a enfrentar cuestionamientos más serios. 

 Por ahora ya ha tenido que empezar a explicar su artículo en Foreign Affairs en el que acusa a Bush de tener una "mentalidad de bunker" y una actitud arrogante en términos de política exterior. Algo de sentido común, si no fuera porque viene de alguien de su mismo partido. 

La prensa de Arkansas, que mira con asombro cómo el resto del país le ha “comprado” el personaje a Huckabee, tiene lista la lista. Así al menos lo explicó Max Brantley  del Arkansas Times a On the media, el imprescindible programa-podcast de NPR

Hoy martes, Huckabee reveló su plan para aumentar su propaganda en al menos los tres primeros estados: Iowa, New Hampshire y South Carolina . Está decidido a probar que no es sólo un one-night-stand, frase que debe escandalizar a cualquier conservador. Horror. 

Personalmente, creo que la mejor pieza publicitaria de Mike Huckabee ha llegado de manos de Chuck Norris. Parece chiste, pero no lo es. No tanto, por lo menos. Disfrútenlo acá. 

 

¿Cómo lo dije en Duna en Punto? Así