A partir del fin de semana pasado, Barack Obama debió enfrentar un problema que creía superado: su ex pastor, el reverendo Jeremiah Wright. Hace más de un mes, la difusión de los dichos incendiarios (aunque muchos de ellos de absoluto sentido común, si le preguntan a un no-estadounidense) del reverendo que casó a Obama, bautizó a sus hijas y predicó el sermón dominical de la iglesia de Chicago a la que Obama ha asistido los últimos 20 años abrieron un flanco de ataque muy sensible para el senador y lo motivaron a superar -o tratar de superar- el problema con un inspirado y celebrado discurso sobre el racismo en Estados Unidos.
Creía que el problema estaba superado, hasta que al reverendo le dio por salir a limpiar su nombre, o algo parecido. El viernes estuvo en una extensa entrevista con el reputadísimo Bill Moyers en la estación pública de televisión, PBS. Luego siguió con su ronda de apariciones públicas, complicando a Obama, que partió diciendo que el reverendo tenía sus opiniones y él las suyas, muy diferentes, hasta que el lunes dio una conferencia de prensa en la que fue bastante más categórico en el distanciamiento del reverendo que hasta ahora había evitado.
"Estoy indignado por sus comentarios y entristecido por el espectáculo que vimos ayer", dijo Obama frente a las cámaras ayer en una conferencia de prensa, refiriéndose a la última aparición de Wright (ante el National Press Club). "Sus comentarios contradicen todo lo que soy y todo en lo que creo". Luego siguió con la condena. "Me ofenden a mí, ofende a todos los americanos (sic) y deberían ser denunciados", dijo Obama sobre las expresiones de Wright. "Es lo que estoy haciendo hoy muy clara e inequívocamente aquí".
¿Qué dijo Wright? Básicamente mantuvo los comentarios que ha venido haciendo por años en sus sermones y que misteriosamente aparecieron en la campaña -en internet y luego en televisión- hace un poco más de un mes. Aparte de establecer que la violencia contra Estados Unidos era consecuencia de la violencia de Estados Unidos con el resto del mundo (algo de bastante sentido común), dijo que el gobierno de su país había inventado el sida para deshacerse de los negros y que él estaba siendo víctima de un ataque de los medios y el establishment que no iba dirigido a Obama, sino a la iglesia negra. Pero lo peor que dijo, lo más dañino para Obama, fue que en sus comentarios sobre Wright, incluido su discurso sobre la raza, Obama estaba actuando como un político más, porque si dijera lo que pensaba nadie lo eligiría. Es particularmente grave para un candidato que ha edificado su discurso en el mérito de no ser "un político más", sino alguien que llega para romper moldes y fundar una nueva política, que está justamente basada en la unidad. Cabe destacar que mientras lo más fácil para Obama hubiera sido romper relaciones y "denunciar" a Wright, el candidato dijo entonces que aunque no estuviera de acuerdo con algunos de sus comentarios no podía romper con él porque ya era como parte de su familia, y que no podía distanciarse tal como no podía distanciarse de su abuela materna, una señora blanca que solía proferir comentarios racistas. Fue un camino largo el de Obama para mostrarse veraz y leal cuando lo más fácil era quemar el puente, pero Wright lo ninguneó al decir que igual había actuado como un político, a secas. Y eso le dolió a Obama, quien ayer citó ese punto al romper, finalmente, con Wright.
Wright es un personaje que puede costarle carísimo a Obama, tanto en la carrera por la nominación como, en noviembre, la carrera por la Casa Blanca. Buscando evitar ese daño, Obama intentó ser lo suficientemente enfático en su distanciamiento de su ex pastor (quien se retiró de la iglesia hace poco). Pero ahora la gran pregunta es cuánto pueda desmarcarse de eso y cuánto afectará este episodio a sus posibilidades en la carrera. "Eso lo averiguaremos", comentó ayer Obama cuando le preguntaron lo mismo. Los Republicanos -que están actuando como si Hillary ya se hubiera ido para la casa- ya confeccionaron y mostraron lindos avisos televisivos con extractos del reverendo Wright. En la campaña de Obama están enfurecidos con Wright, que apareció justo en el peor momento: cuando Obama necesita espantar los miedos racistas.
Cuando se dice que Hillary Clinton necesita un "milagro" para ganar la nominación, se refieren a casos como este. Está por verse si el reverendo, finalmente, puede hacer milagros.